Final

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La noche estaba muy iluminada, no había nada mejor que conocer a gente nueva cuando triste anteriormente estabas, todo mundo aquí era realmente agradable.

Cene cosas muy deliciosas, comidas típicas de por aquí, todo sabia tan mágico, y tener a mi hermana a mi lado, por un momento pude olvidar que existía mi familia, que me habían rechazado indirectamente y que pronto todo acabaría, que estaba enferma, me sentía muy bien.

Bailamos hasta que llego el amanecer, todos nos fuimos a buscar donde dormir, los novios se habían puesto muy locos en la noche, el vestido de la novia había quedado en el techo de la casa más alta, y ella estaba dormida en el pozo abrazada a su esposo que tenía cosas obscenas dibujadas por todos lados.

En toda la noche no había visto a Beldev, y ahora no podía encontrar a Sara por ningún lado, ¿Cuándo la había perdido? ¿Fue en el doceavo baile? ¿o antes? Todo era borroso.

Me encamine a la casa de la bruja, y en cuanto abrí lentamente la puerta, vi algo que no debí de haber visto.

Era el, Beldev, tenía a Sara, ella estaba dormida en sus brazos ¿Por qué estaban ellos en casa de la bruja a esta hora? Entonces, paso lo que me puso a gritar como una loca.

Xótlo estaba tragando el alma de Sara, ella solo lloraba, no podía gritar, yo gritaba y guitaba, tenía un horrible ardor en el pecho, y escuchaba un zumbido en los oídos.

Quería empujar a la diosa, que dejara de torturar a mi hermana tragando su alma, pero Beldev me sostenía de los brazos con gran fuerza ¿Por qué? ¿Por qué en él había confiado? Ahora solo quería golpear a todos, quería salvar a Sara, no podía tener un final así, su luz no podía apagarse así de rápido, ella merecía algo mejor, ella me amaba y yo a ella, me deje llevar por las emociones que sentía por Beldev y confié ciegamente en él, le prometí algo a una diosa de la mala suerte y el inframundo, me había ido de casa sin pedir permiso, había mentido sobre lo que sentía realmente y ahora estaba pagando el precio, un precio muy elevado.

Todo había acabado, Sara estaba en el suelo, su piel dorada ahora era de un blanco horrible, su cabello era blanco y la mayor parte de él se había caído, estaba completamente delgada, como si hubieran tragado todo lo que tenía en su interior y hubieran dejado solo la cascara.

Gritaba y lloraba a un lado de su cuerpo muerto, era tan delicada ahora, ella me había ayudado tanto y nunca le había podido devolver el favor, no la había podido salvar de las garras de un asesino.

Mi mundo estaba al revés.

Quería volver a casa y llorar en el regazo de mi madre, tenía tanta rabia acumulada.

-Te doro- Escuche su voz a mis espaldas, esa voz, de esa persona que me había detenido de salvar a mi hermana, mi hermana pequeña -Intercambiaría cualquier vida por la tuya-

-Mataste a mi mejor amiga- susurre con mi ahora voz ronca –¿Qué demonios Beldev?- Me voltea a verlo, el solo tenía una sonrisa en el rostro.

-Porque te adoro, Carla, tu misma dijiste que arias lo que sea- Me contesto, no dejaba de mirarme, daba vueltas a mi alrededor –El precio era alguien a quien amaras mucho- Dijo apuntando al cadáver junto a mí.

-¡Yo no quería esto! Preferiria volverme un maldito venado toda mi vida, que matar a alguien que amo- Le grite, me arrancaba el cabello de lo desesperada que estaba, me levante y lo tome del cuello -¡¿Cómo pudiste?!- Le grite.

-Carla, cálmate, esto fue para los dos, los dos necesitábamos esto, es un sacrificio pequeño ¿No eres tu más importante?-

-Más importante- Susurre muchas veces lo más rápido que podía, no lo creía aun, quería solo despertar e ir a la escuela como una muchacha normal de mi edad, quería ver películas y reírme como cerdo, comer hamburguesas junto a mis amigas, volver a ser de 17, no quería estos recuerdos, no quería tener que cargar con la muerte de alguien tan cercano para mí, no podía. –Ella era la más importante para mí, ella me amaba más de lo que alguna vez me ame yo misma ¿No lo entiendes verdad? Adoro a mi hermana más que a nada en esta vida, y tú me la arrebataste de las manos, ibamos a irnos a vivir juntas, tu me ibas a dejar sola-

-No Carla, no entiendo nada de eso ¿Olvidas que estoy mal? Perdí a mi familia por 7 años- usaba una voz gutural para dirigirse a mi, el no lloraba.

-¿Te sigues diciendo a ti mismo que puedes hacer lo que quieras solo porque estas herido?- Grite entre llanto y sollozos -El dolor que sientes te pertenece solo a ti, me heriste con tus acciones para lograr tus metas egoístas, ¡no querías salvarnos a los dos, querías salvarte a ti mismo!-

-Eso no es verdad, tenías que ayudarme, estaba indefenso- Dijo arrodillado a mis pies –Calma, todo está perdonado Carla, perdono que me gritaras y trataras asfixiarme-

No podía creerlo, había estado casi enamorado de un loco, patee su rostro y corrí lo más rápido que pude de ese lugar, con todo ese tiempo caminando por carreteras, había ganado condición física

-Me pateaste el rostro, debería matarte a ti también por eso- dijo con su mano en el cachete, le había dejado marcada la suela de mis botas mineras, y se lo tenía muy merecido, eso y más –Pero luego pense en algo mejor, dejar que te quedes por siempre junto a mi, sacrificando a todo ser que ames-

-No, tu no vas a hacer eso, por favor, déjame en paz, yo lo único que quería era ser amable y salvarte- Me iba a quedar sin voz, sentía mi pecho oprimido completamente, no podía respirar por los mocos, y las lágrimas no me dejaban ver bien.

-No, estamos destinados a estar juntos, Carla no puedes dejarme solo ahora, tenemos que terminar lo que empezamos, tú y yo, viviendo en la orilla de la playa-

-Estas pero que bien pendejo- le grite y volví a correr.

Este giro me había dejado completamente destrozada, sin amigos, sin guía y lejos de mi familia, solo podía escuchar silencio.

me puse a llorar en posición fetal en la arena.

Era solo una pequeña semilla en un enorme desierto, estaba sola con la arena, completamente sola, perdida.

Llore hasta que llego el atardecer, sintiéndome sola, el viaje no había servido de mucho, ahora, sabía que no puedo confiar en nadie, por más tierno que sea, por más puras que parezcan sus intenciones, no puedo confiar en nadie.

Nunca puedes saber quién te quiere hacer daño.

-Diosa Xótlo, si estas por allí te ruego que por favor me mandes a casa y cumplas tu trato- Susurre, arena había entrado en mi boca, pero ya no me importaba, total, iba a morir aquí.

-Un trato es un trato- Escuche a alguien decir, una fuerte luz me abrazo, ya no sentia nada, me sentía libre, mis sentimientos se habían ido.

Abrí los ojos rápidamente.

Estaba acostada en mi cama, en mi casa.

-¿Carla? ¿Que haces aun en la cama? debemos ir a casa de tu tía- Era mi madre, estaba muy arreglada, era navidad.

Mis ojos se llenaron de lagrimas, y me lance a abrazarla.

Por fin, podría volver a ser feliz.

Perdida...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora