3. ¡El primero que encuentre un salvaje, se lleva la cerveza!

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Unas semanas antes...

Louis caminaba entre grandes praderas y enormes montañas, de cerca podía apreciar hermosas flores creciendo y pequeños pajarillos cantando entre las ramas de los árboles. Estaba, simplemente, enamorado de aquella vista que tenía. A unos pasos tenía un frondoso bosque, donde probablemente habían más de un tipo de pájaros y otros animalitos tan dulces y pequeños como uno de sus dedos.

De repente, un aroma a duraznos invadió cada parte de su ser. Sintió su instinto animal rebelarse, su respiración ya no era tranquila ni relajada, sino frenética e impasible. Era una omega, de eso estaba seguro. Dejó su arma en el suelo mientras caminaba en su búsqueda. El alfa podría morir sólo para reclamarla suya en ese instante. Oh, Santo. Qué tan dulce aroma y qué tan sutil invitación a estar juntos. El soldado miró a todos lados, intentando encontrar la fuente de este olor, pero no parecía estar cerca. ¿Cómo podía sentir a la omega tan cerca, si ella no estaba allí?

Todo eso no importó cuando los gritos de unos salvajes riéndose y gritando cosas en su idioma llamó su atención. Eran dos hombres semidesnudos de piel morena, quienes no pasaban de los treinta años y apenas podían distinguirse desde tanta distancia. Sin embargo, sí logró diferenciar el motivo de burla de los indígenas; dañaban y quemaban el precioso bosque. Louis estaba escandalizado. ¿Cómo podían estropear aquel paisaje tan espléndido mientras reían y celebraban?

—¡Eh! ¡Basta, deténganse! —El alfa intentó sacar su arma, pero en cuanto se giró, notó que la escopeta ya no se encontraba detrás de sí. Estaba desarmado y ahora su única arma era la autoridad política que se le había sido concedida hace años y sus conocimientos previos de combates cuerpo a cuerpo. No le importó en lo más mínimo cuando uno de los hombres le apuntó con su flecha, gruñó en respuesta y se acercó aún más.— ¡Os he dicho que os detengáis! ¡Parad ahora mismo!

Los alfas sólo reían y Louis notó de nuevo el aroma de la omega, que ahora se volvía agrio, amargo. Estaba aterrada y él lo sabía. Lo sentía. Ellos le hacían daño a su omega. Debía acabarlos, protegerla. Sus hombros se tensaron y sus puños se formaron en instantánea rabia cuando vió que ya no eran dos indios, si no cinco, y luego diez y luego tantos que no pudo ni contarlos. No le importó. Lucharía porque no tocaran ni un sólo cabello de la muchacha, que no le hicieran más daño.

—¡Malditos incivilizados! ¡Os voy a moler a golpes a todos como sigáis con este juego! —El castaño bramó, luciendo como un lobo salvaje en esos momentos, dejándose llevar por su instinto más animal, incontrolable y temible. Su pecho vibraba cuando gruñía, sus colmillos revelándose mientras que sus ojos eran dominados por un azul eléctrico, intenso y casi diabólico. Estaba fúrico, y si alguien volvía a siquiera mover un dedo no tardaría más de una milésima de segundo antes de rebanarlo en pedazos.

—¡Tomlinson! —Louis, una vez más, gruñó ante el llamado, no prestando atención al agite en sus hombros.— ¡Tomlinson, hombre! ¡No es momento para que te hagas el difícil, tío! ¡Te necesitamos allá arriba! —No quería reconocer la voz de su amigo, pero el tono de alerta con el que hablaba le hacía imposible no prestarle atención.— ¡Despierta ya o moriremos todos!

Fue entonces cuando Louis abrió los ojos y despertó.

Todo había sido un sueño, y su nueva realidad era algo bastante similar a una pesadilla, tanto igual o peor a la que había tenido. Niall le ayudó a levantarse en medio de los movimientos violentos del barco. Afuera llovía, desde los camarotes era posible escuchar la lluvia golpeando con todas sus fuerzas al Queen Elizabeth.

—Hay una tormenta allá arriba, las cosas se mueven todas y apenas hemos podido saltar para que no nos arrastren hacia el mar. Es lo más importante ahora. —Tomlinson concordó con el alfa más joven, colocándose sus botas y abrigo.— Pero luego me contarás qué es lo que tanto sueñas que es tuyo, llevas semanas así y ya no resisto la curiosidad.

Pocahontas »l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora