Bitter

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Quizás era el peso de años lo que habia vuelto amarga la vida de YoungHo. Eran todos los problemas y la soledad aquello que le impedía sonreír, aquello que le impedía vivir "normal".

Porque sí, YoungHo no era normal. Hace muchos años, cuando había empezado a crecer su madre se lo había dejado muy en claro.

"Somos diferentes y eso está bien."

Pero no, no lo estaba.

Su familia no era normal. Como si de una historia de fantasía se tratara; su familia tenía sangre de astrales, un extraño ser inmortal que habitaba en la tierra, el cual camina por el mundo sin ser reconocido como alguien "diferente", todo porque los astrales viven como los humanos, son como los humanos pero tienen sangre de constelaciones.

Extraño, ¿verdad?

YoungHo creía que su madre mentía; que sólo le contaba esas historias, las cuales trataban de un humano enamorándose de un astral y de esta forma trayendo a sus descendientes inmortales, era mentira.

Pero al tiempo que iba creciendo se cuestionaba si de verdad era así como creía.
Porque su familia no envejecia, no tenían arrugas, no les salían canas. Parecían jóvenes de 25 años.
Fueron en esos momentos cuando se dió cuenta de que en efecto, él era diferente.

Al cumplir los 25 años, su cuerpo dejó de cambiar, eso estaba bien para él al inicio; su familia era muy guapa, él era el ejemplo de la belleza de un "dios griego", y eso le traía diversión, le traía jóvenes mujeres con las cuales podía pasar el rato.

Él sabía que no podía estar con una mujer para siempre, sabía que ella envejeceria y moriría y no quería arriesgarse a sufrir como su madre había sufrido cuando su padre murió.

Y estaba bien, tenía a su familia.
Ellos se habían hecho la promesa de mantenerse juntos.
Siempre que viajaban, eran todos en manada; no se podían quedar en un mismo sitio por mucho tiempo ya que la gente sospecharia y en la epoca de la "caza de brujas" era mejor tener cuidado.

Pero, si todo estaba bien, ¿que había pasado?

Recordaba su cumpleaños número 105...¿O 106? Su familia estaba reunida, como siempre, y su primo YoonOh había llevado a una mujer, la cual terminaria acabando con la vida de todos al sospechar que sí, eran diferentes y hablar con la iglesia.

YoungOh había logrado escapar, pero ahora estaba solo.
Después de más de 576 años.

Y estaba cansado, muy cansado.

Entre tantos viajes había llegado a "Corea", a eso años del 1653 y había decidido quedarse.
Se quedó y ayudó a las tropas muchos años después.
Aprecio lo que era la separación.

Y amaba estar allí.

Si pudiera morir, moriría en ese lugar, que era su hogar.

—¡Profesor Suh! —el hombre se acercó al muchacho que lo llamaba desde su puesto, con una mano alzada agitandola de un lado a otro.

—¿Qué sucede señor Lee? —preguntó, el niño empieza a hacerle preguntas. Muchas.

YoungHo, ahora era conocido como "John Suh", licenciado en historia y profesor de último año en secundaria.

¿Cómo había terminado ahí?
Pues de algo tenía que vivir.

— ¿Eso es todo? —preguntó John cuando "DongHyuck" dijo de hablar para mirarlo.

—Sí señor. —contestó con una sonrisa la cual John no le devolvió.

Él no estaba acostumbrado a sonreír, hace muchos años lo había dejado de hacer y sus facciones siempre estaban frías.

Un poco de azúcar para el café [Johnhyuck] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora