5 - "No lo intentes"

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Volver a despertar a las 03:22 A.M. de la madrugada, ya era parte de la rutina de Tamara. Sin poder confiar en su cordura, escuchando comentarios de sus compañeros en el trabajo sobre el cansancio y las grandes ojeras pintadas en su rostro; nada mejoraba. No podía recordar cuando fue la última vez que obtuvo unas cuantas horas de sueño ininterrumpidas.

La sensación de soledad en los largos pasillos de la biblioteca, ya no le causaban paz, sino todo lo contrario. Siempre mirando por encima del hombro al tener la sensación de ser observada. Le molestaba no tener respuestas, cada día era marcado por la incertidumbre, su capacidad para discernir la realidad se volvió prácticamente nula.

Sacudió la cabeza, como si con eso lograra deshacerse de las malas sensaciones que la aquejaban. Cogió otro libro del carrito para seguir intercalando, un trabajo sencillo que hacía por inercia, pues su mente ya no daba para más. Una brisa gélida le erizo los vellos de la nuca, haciéndola estremecer.

Bajo del pequeño banco con cuidado de no tropezar, aunque eso no fue suficiente. Su cuerpo cayó lívido en lo que parecía un hoyo sin fondo. Sus gritos fueron tragados por los lamentos en el aire, justo como la última vez. Solo que en esta ocasión hubo algo diferente.

Aterrizó, otra vez en aquel lúgubre lugar parecido a un cementerio. Se tambaleo al ponerse de pie y gritó con fuerza a aquel paisaje desolado.

—No te sirve de nada gritar.

La voz que dijo eso, parecía estar cerca. Desvió su vista alrededor, sin encontrar de donde provenía el sonido. Estaba sola, solo una ligera neblina flotaba a su alrededor.

—Cada vez menos. — susurraron en su oído, antes de ser arrojada hacia adelante.

No pudo evitar gritar al caer encima de lo que parecía una lápida, pudo leer el nombre su nombre tallado en esta, aunque su visión estuviera borrosa. Apoyo ambas manos en la lápidapara incorporarse nuevamente, sin predecir que unas garras tomarían sus antebrazos para evitar tal acción.

—¡Déjame salir! — exclamó sin poder hacer nada más que tirar hacia atrás. — ¡¿Qué quieres de mí?!

—A ti. — expresó otro susurro en su oído con facilidad. — Solo tú.

Volvió a gritar, mientras era tirada hacia el interior de la tumba con una fuerza descomunal. Creyó oír el crujido de sus huesos.

Y entonces despertó.

Totalmente desorientada y bañada en sudor, en la cama de su habitación y el reloj marcando las 03:22 a.m.

Corrió al baño a devolver el estómago, las arcadas venían con violencia, una más fuerte que la anterior. Pensó que sería todo, pero estaba muy equivocada. Descargó el contenido de su estómago con una última arcada, solo para darse cuenta de que expulsó de todo, menos su última comida.

03:22 - Hora de DormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora