Era la que le daba sentido a su larga y monótona vida.

Se veía tan feliz comiendo,
¿cómo retroceder el tiempo?

Así que él ... con todo el hambre que pudiese producirse, devoró sus principios y se entregó al veneno, con la excusa de no querer esa monotonía de vuelta en su vida.

Así que con ánimos aceptó, lo que ella le invitaba, pero...
que más podían hacer?, siquiera el dolor se hacía más pequeño a su lado.

Si la muerte era un castigo, ellos serían anestesia.

Jaque escondidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora