¿Habeís oído hablar del lazo rojo del destino? Suelen contar cosas preciosas de ese trozo de cinta roja atado a tu meñique, que lo conecta directamente a través de un nervio hasta el corazón. Suena como un cuento de hadas donde siempre triunfa el bien pero, nunca os han dicho la parte negativa de la historia ¿a que no? Siempre se lo guardan o miran para otro lado. No les gusta que su cuento sea mancillado por la otra parte.Jyugo caminaba tranquilamente por los pasillos del bloque 13 dirigiéndose a su celda que justamente también es el número 13. Andaba con paso bastante lento, no tenía prisa en llegar a su celda. El guardia que siempre se encargaba de llevarlo para donde corresponde tenía cosas que hacer y aprovechándose de que era muy confiado le dejó que siguiera el camino el solo. Menos mal que él no es del tipo de personas que se aprovecha de la confianza de los otros para su propio beneficio...
Apoyó sus brazos en una barandilla de la terraza en la que solía frecuentar las noches que no podía dormir, ya sea porque no tenía sueño o simplemente sus compañeros se lo impedían. Era de noche, por lo que sería complicado que encontrasen su delgada figura camuflada por las sombras de esta en un buen rato, podía estar relajado.
Se había aprovecha descaradamente de la confianza que Seitaro depositó en él. Pero, aunque no suene muy creíble, necesitaba estar a solas y evitar por un tiempo cruzarse con sus amigos. Hacía ya dos años que llevaba enamorado de su compañero de celda, Rock, dos años que renunció a la posibilidad de poder estar con él algún día y dos años en los que recibió lo que tantos desearían en esta vida, menos él. Quería evitar algo problemático y complicado, y el destino se lo dio.
Nunca se lo había dicho a nadie, pero tenía la capacidad de ver los lazos del destino de los demás. Sí, aquel estúpido trozo de cuerda existía y los ojos únicos del número quince eran capaces de verlos y de saber con quienes están destinados a estar juntos para siempre. Sin embargo, con la maldición de no poder ver el suyo.
Ese día, que vio que el lazo del pelimorado estaba entrelazado con otro, supo que el "don" que había recibido no era más que otra de las muchas maldiciones que poseía y que, el que este manejando los hilos de su vida tan solo quería hacerlo desgraciado.
Suspiró. No un suspiro cualquiera, uno que representaba el desahogamiento de todo el peso que llevaba en la espalda. Primero los grilletes y ahora esta estupidez de jugar a ser Cupido.
¿Qué podría hacer ahora? ¿Qué opciones le quedaban?
Se lo llevaba preguntando desde hace tiempo, desde que esta locura empezó. Tan solo puede desearle lo mejor a la persona que nunca será suya. Sería cruel quitarle a su destinado solo por su egoísmo, sobretodo si lo tiene tan cerca.
Una sonrisa de medio lado se formó por fin en su rostro, el solo imaginarse a Uno con un vestido de novia le hacía la noche más divertida.
-¿Qué es lo que te hace reír, Jyugo?- comentó divertido un intruso.
Su cuerpo se movió demasiado lento. Cuando quiso darse cuenta, no podía hacer ningún movimiento ya que el filo de un cuchillo amenazaba con ser clavado en la única parte de su cuello que asomaba por los grilletes. Tan solo pudo quedarse inmóvil.
-¿Q-Quién eres tú?- preguntó con dificultad.
-Que cruel eres. No te acuerdas de mí~. Y pensar que yo sí- soltó una risa espeluznante que se convirtió en un escalofrío que le recobró por toda la espalda.
Había oído esa voz anteriormente, cómo no se había dado cuenta antes, se trataba de ese desgraciado que intentó matarle la otra vez y del que no había tenido noticias hasta ahora.
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No lo acepto/Nanbaka/ yaoi
FanfictionTwo-shots No te creas que esto se quedará así. Por mucho que una cosa sea dicha, yo no la acepto, nunca te escogeré.