Prologo

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"Las sombras de nuestro pasado atormentan nuestro presente"

Corría bajo el manto estrellado de la noche, a través de un sendero de tierra que cruzaba por un bosque, aullidos y ladridos de perros que se encontraban detrás mío era lo único que podía escuchar, mi prioridad, mantener a salvo lo que cargaba conmigo y a mis tres lindas niñas.

Los ladridos se volvían cada vez más y más cercanos, el miedo de no encontrar un lugar seguro para mis hijas comenzaba a inundarme y a llenarme de desesperación, el pánico se apoderaba de mí y algunas lágrimas de decepción y desesperanza comenzaban a rodar por mis mejillas, los gritos de mis persecutores no se hicieron esperar, cada vez estaban más cerca de mí, rezaba por encontrarme con un pueblo donde dejar a mis hijas.

El sendero se volvía cada vez más traicionero, pozos y piedras que te hacían tropezar, hasta que algo se interpuso en mi camino, las tinieblas de la noche y un enorme roble que se encontraba en mitad del sendero.

Por un leve instante, la luna alumbro mi camino, mostrándome la partición en dos de este. Mi instinto gritaba "la derecha, corre y no mires atrás", mientras que mi conciencia y razonamiento decía, "La izquierda, por ahí hay luces". Dos caminos, una decisión. Mis persecutores se acervan, el tiempo se me estaba agotando y con cada segundo me daba cuenta de lo cercas que me encontraba de ser ejecutada junto con mis niñas, así que decidí obedecer a mi instinto. Tome el camino obscuro de la derecha y la luna fue ocultada por unas nubes que estaban de paso.

El camino era difícil, igual que hace unos metros, se volvió traicionero, pero poco a poco, se volvió un poco más firme, hasta que a lo lejos, unos gritos y chillidos de perro se empezaron a escuchar de aquel camino que había dejado atrás. Por esta ocasión, mi instinto le gano a la razón.

Agobiada y casi devastada, caminaba de manera lenta y tambaleante -¡Luz!- decía con emoción, sabía que podía dejar a mis niñas con alguien ahí, y terminar lo que había empezado, -Tiene que estar a salvo- les decía mientras lentamente llegaba al pequeño pueblo, pero mis piernas, simplemente se detuvieron, no querían avanzar y mi cerebro no las dejaba seguir.

-¡Vamos! Tienes que hacerlo, no es por ti, es por ellas- Mis piernas seguían sin siquiera reaccionar- Maldita sea-dije y las lágrimas querían brotar

-¿Se encuentra usted bien señorita?- Un joven un tanto apuesto se había acercado a mí, tenía los ojos negros como la noche, el pelo alargado y era un café que por la noche, parecía uno muy oscuro y profundo.

-Mis...Mis niñas-Decía agotada y con mis últimos esfuerzos, el tomo a las tres, al verlo con ellas, sabía que estarían bien, que crecerían sanas y fuertes, que aunque no estuviera a su lado, sabía que estarían bien, mis fuerzas se agotaron y lo único que ahora veo es..

Oscuridad.

¿Quien es Janette?Where stories live. Discover now