Despertar con resaca,
Hacer el desayuno, comerte el coño
—o comerte el coño como desayuno—,
poner un disco de Ben,
acurrucarme en tu espalda,
apagar el iPhone,
el iPad,
el Twitter,
el Facebook,
desconectarnos
de cualquier realidad virtual
por unas horas
y bailar un vals en la cama,
salsa en el salón,
leer juntos a Montero,
cantarte unos temas,
volver a la cama y tocarnos
—en ningún momento he dicho que
estuviéramos con ropa—,
seguir tocándonos,
ponernos muy cachondos
y bueno, ya sabes...
Convocar una manifestación,
salir sin bragas a la calle,
darle una propina a la desilusión,
aparcar la tristeza en un desguace,
cortarle las corbatas a los ministros
y hacer con ellas una guirnalda gigante
que de la vuelta a todo Madrid,
borrar las zonas azules del barrio,
colapsar la calle Génova con una
cabalgata nudista,
pintar con flores la M-30.Y en todas estas causas, tú como
capitana.La revolución comienza en casa, cariño,
hoy te toca a ti preparar el desayuno
y luego ya veremos.Mi chica revolucionaria, Diego Ojeda.