SENTIMIENTOS

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Me encontraba dentro de un bosque no recordaba el cómo había llegado a este peculiar lugar. Tenía miedo, los árboles hacían ruidos extraños, la obscuridad me hacía sospechar de cualquier sonido que pudiese escuchar. Estaba tan asustado que no había notado el momento en el que comenzaba a correr, no llevaba una dirección y mucho menos un sentido. Lograba distinguir una luz a lo lejos, con cada zancada que daba, más me acercaba y aquella luz comenzaba a intensificarse.

Con la última zancada que di, tomé un descanso, había llegado al lugar de donde provenía aquella intensa luz, que mi curiosidad había despertado. Era una casa, parecía ser cálida, llena de vida, me acercaba a la entrada y con ello un escalofrío me dio, abría la puerta despacio, con temor entraba y observaba lo que había dentro de este hogar.

No veía absolutamente nada, el calor que creí haber sentido, era realmente un frío que me hacía temblar, no existía ninguna señal de vida más que la mía, todo lo que había visto y sentido fue una mentira. Sin embargo, mi curiosidad continuaba, quería saber lo que había en este lugar. De pronto subía unas escaleras y cuatro habitaciones comenzaba a observar. Me acerqué a la primera y abría despacio la puerta, lo que vi hizo que un grito diera dentro de mí, era un hombre que con coraje golpeaba todo lo que había en la habitación, gritaba, estaba lleno de furia, mi presencia notó y mi mirada buscó, me observó por unos segundos, bajó su vista y continuó golpeando y gritando. Cerré la puerta con cuidado, comenzaba a sudar, quería llorar, no sabía lo que pasaba pero mi curiosidad seguía siendo más grande y me acerqué a la segunda habitación.

Volví a abrir la puerta lo hacía despacio, no podía creerlo, era el mismo hombre pero esta vez él estaba llorando, gritaba de dolor, parecía no estar consciente del tiempo, una vez más me observó, bajó su mirada y en llanto explotó. No sabía lo que pasaba, mi miedo aumentaba, quedaban dos habitaciones y mi curiosidad continuaba, por lo que a la siguiente habitación me acerqué.

Mis manos temblaban, abría una vez más la puerta de la tercera habitación. La confusión creció, era el mismo hombre solo que esta vez él reía, lo hacía con locura, caminaba de un lado a otro, riéndose de una forma peculiar, me observó otra vez, pero enseguida tomé la perilla y la puerta cerré. No comprendía nada, la confusión era muy grande, el miedo más, mi mente no dejaba de preguntarse, ¿quién era aquel hombre?

Una vez más me tomé de valor y a la última habitación me acerqué, una vez más la abrí, pero esta vez no había nadie, por lo cual entré. Mis pies de forma inconsciente caminaban y me llevaban al centro del lugar, la confusión hizo que comenzará a llorar, y con el miedo a gritar. Cerraba mis ojos, por unos segundos los mantuve así, hasta que por fin logré abrirlos, de pronto comenzaba a golpear las paredes, destruía todo lo que se encontraba, de repente se abrió la puerta, me acerqué un poco y mi mirada se encontró con la de un hombre que se hallaba en la entrada.

No podía creerlo, aquel hombre era yo. 

- Eduardo AL  

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