Tercero: Third, fourth, fifth and Sixth kiss.

505 49 4
                                    

El sol se filtraba a través de las ventanas del Imperial, un restaurante algo retro en el centro de la ciudad donde una vieja rockola aún funcionaba, aunque la música no era precisamente vieja si era casi irreconocible. Las únicas 3 canciones que los chicos solían escuchar eran Catallena de Orange Caramel, Diva de After School y Gee de Girls Generation; las unicas canciones de kpop en todo el repertorio.

Taehyung en cambio siempre elegía una de las otras al azar, consiguiendo aveces obras de arte y otras veces música basura instrumental.

Pero el primer desayuno que había tenido con Tzuyu había conseguido la mejor canción de todas y lo consideraba una señal del universo diciendole que ella era la indicada. Como aquella primera vez, ella estaba sentada en los taburetes con su vestido amarillo bebiendo un té de manzanilla directo de una tazita transparente. Él en cambio se dirigió a la rockola antes de saludarla y eligió aquella canción.

Staring.

Tzuyu sonrió contra su taza humeante antes de darle una vuelta a su taburete y quedar de frente a Taehyung. Él lucía como uno de los chicos de Vaselina todo el tiempo, con un aura retro, un alma vieja y su fascinación por las estrellas. Pero ese día en especial cargaba con un brillo particular, el mismo brillo que lo habitaba la primera vez que se habían visto a inicios del verano.

—¿Quieres bailar?

—Mi respuesta es la misma que la primera vez— Sonrió.

Y la primera vez había sido un rotundo si. El la hizo girar por el restaurante, incluso si algunos los miraban con desaprobación y otros los grababan o aplaudían su romance.

—Este verso... Aquí es— Dijo la chica, apresurando el beso. Los comensales /en su mayoría/ aplaudieron la expresión de amor.

Incluso si Corea era un país algo cerrado en cuanto a muestras de afecto en público, siempre era bueno ver el amor en su más pura expresión —Hay que irnos, nos queda poco tiempo y aún 3 besos por hoy— Puntualizó Taehyung.

Salieron del café tan pronto como la canción terminó y corrieron al parque frente a este. Llegaron al Kiosko donde una banda tocaba covers de Day 6.

—Esa es mi canción—

—Tienes como mil canciones que son tus canciones— Se burló el joven.

Ella le sonrió de manera brillante, como solo ella podía, causándole la envidia al sol y a todas las chicas en parque.

—El cuarto beso que te di fue aquí, y la banda también sonaba— Se acercó a ella.

—Si, para callarme después de burlarme de lo que dijiste.

—¿Qué dije?

—¿Sabías que-que pa-para i-igualar la ma-ma-ma-masa del sol se-se ne-necista-tan 1,3 mi-millo-llones dede dede dede tierras?— Se mofó la chica

—¿Tartamudee?

—Fue después de que dije el primer Te Amo.

—Ah, tiene sentido— Sonrió con su particular sonrisa cuadrada. La que Tzuyu tanto amaba y no dudo en besar.

Esta vez fue un beso tierno y desbordante de miel. Al fin y al cabo, aún quedaba mucho amor entre ellos dos.

— Te llevaré a casa, tienes que arreglarte para esta noche. Aún nos quedan 2 besos— Sonrió el mayor.

Ella asintió manteniendo su sonrisa.
Ambos se dirigieron al auto de Tae tomados de la mano, como si no doliera, como si no fuera el final.

Pero si se amaban ¿Por qué debía ser el final?
Facil; porque el verano acababa y seguramente no volverían a verse jamás. Porque aunque siguieran juntos, no tenían futuro.

Durante toda la tarde Tzuyu estuvo pensando en eso; se recordó recostada en su cama a mediados del verano, imaginando un futuro con Taehyung.

Kim Taehyung, el chico malo, el jugador consentido de las chicas de Daegu, el peligroso mala influencia. Ese no era el Taetae que Tzuyu conocía ella tenía la suerte de conocer al verdadero Kim Taehyung: El entusiasta del espacio, el chico Nassa, el nerd de los datos curiosos, infantil o maduro, cada una de sus diferentes fases, el amigo, el hermano, el hijo... El novio.

Las lagrimas amenazaban con salir cuando la alarma del celular de Tzuyu sonó; casi era hora de ir al boliche con Teaehyung. Su quinto beso.

Se recordaba vestida de negro, usando un par de viejos shorts y un suéter delicado junto a sus siempre confiables vans. Ya lista salió de la casa con una ligera sonrisa en su rostro, esa tarde era un poco fresca como aquella vez. Tae no tardó en llegar a su casa montado en su auto, usando aquella bandana roja que tanto le gustaba a la chica.

—Vamos, preciosa—Sonrió desde su auto.

—No me llames así, Kim— Se burló Tzuyu, deslizándose dentro del auto —Recuerda que ya no somos novios.

—Eso no te quita lo preciosa, Kiwi— Se mofó el mayor con un deje de reproche.

Condujeron hacia el boliche, se encontraba solo como casi todos los días. Ambos entraron y rentaron un par de zapatos para boliche.

—Tengo que abrocharlos— Avisó la chica, buscando un lugar para sentarse.

Sin embargo, Kim se le adelantó. La tomó de la cintura y con un ágil movimiento la sentó en el mostrador.

—Déjame ayudarte— Le quitó los vans dejando al aire sus calcetines de fresas. Puso los tenis en uno de los banquitos cercanos y luego le puso los zapatos de boliche.

—Como la primera vez— Sonrió ella

—Si... Pero hasta que no anote una chuza no voy a poder besarte— Sonrió de lado, Taetae.

Ambos entraron a la zona de juego de la mano, aunque la primera vez no había sido así; Taehyung sentía la necesidad de tenerla cerca, sostenerla para no derrumbarse.

Comenzaron a jugar entre risas. Tzuyu estaba divertida pero Taehyung estaba más bien nervioso y desesperado, normalmente era bueno jugando boliche pero ahora no lograba ni una chuza.

—Tu puedes, bebé— Aplaudió la chica, usando el apodo que le había dado cuando eran pareja.

Tae le sonrió con un profundo cariño antes de tumbar todos los pinos.
A diferencia de la primera vez que ambos corrieron al otro y se besaron de manera torpe y con pasión, cada uno se acercó de manera lenta.

—Bien hecho— Sonrió la jovencita.

Taehyung acunó su rostro con delicadeza, pues ahora más que temer romperse, temía que ella se esfumaría. La besó de manera más madura y más cariñosamente. Tal vez le faltaba euforia a aquel beso pero estaba cargado de amor, incluso si era el beso de un adios.

—Creo que es hora de volver a casa— Suspiró ella con tristeza cuando se separaron.

Tae le sonrió. Si, era tiempo de volver a casa.

Condujeron ya de noche hasta la zona habitacional que compartían, con la voz de James Arthur como música de fondo. Él la acompañó hasta su puerta.

—El ultimo beso del día, uno de despedida. Buenas noches, preciosa— La tomó con ternura.

—Descansa, bebé— Sonrió luego del beso.

Se separaron, llevándose un cachito del otro porque no había otra forma de que pudieran pasar la noche

All The Kisses // TAETZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora