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22 de Octubre, 2018

Abrí la tapa del libro y me embarqué en el divague momentáneo que esa acción me proveería antes de retomar lo que hacía. 

Miré a los lados, miré el techo y miré hacia atrás. Nadie. 

Continuaba sorprendiéndome lo vacío que se encontraba la biblioteca considerando las fechas y los días de exámenes generalmente publicados. En años anteriores eso solía estar repleto. Pero eso a mi me vale, es decir, ¿no sería mejor? la biblioteca poseía su silencioso cliché. 

Apartando mi intencional distracción, me metí de lleno en el estudio otra vez. 

Sarah, Brandom y Nastia me observaron expectantes, yo les devolví la mirada confuso. 

 —¿Ty v poryadke?—Nastia era Rusa, era una chica que podría ser de todo menos sencilla. Tenía una cabellera rubia y larga, siempre marcadas con ondas finas en la caída. Nunca la verías sin maquillaje o alguna extravagancia en su vestimenta, era muy distinta a Sarah, quien provenía de Colombia, era una latina a toda regla, morena y curvilínea, su actitud era más retraída, como si todo la agobiara y todo la hiciera sufrir, su autoestima no era el correcto para una mujer con sus semejanzas. Nastia y Sarah eran muy diferentes, pero coincidían en ser dos mujeres cuyo aspecto le daba una patada al estereotipo coreano. Esto a Nastia la hacía sentir exótica e inalcanzable, cuanto más le remarcabas por qué ahí no sería hermosa, más creería que lo era, mientras que a Sarah eso la había desmoralizado bastante, vivía constantemente sintiendo que no era nada. 

Brandom, por otro lado, era francés, y el si sabía como sacarle partido a su nacionalidad, las mujeres se veían fuertemente atraídas por aquel que simulaba controlar el amor a su antojo y ejercer sobre el mismo romanticismo. 

Los tres, sin embargo, habían pasado el año cursando excelentemente su respectivas carreras, pero fracasando enormemente en los reintegrados Topicks. Se acercaba la fecha de su examen y era la última oportunidad de aprobarlo antes de perder sus becas. 

Así que aquí estaba yo de profesor.

Miré a Nastia aun confundido, no por su idioma, realmente sabía que había preguntado, pero era eso mismo lo que me confundía. 

—¿A qué te refieres?—Pregunté extrañado, puesto que los tres habían quedado pasmados mirándome, como si de pronto habían salido tentáculos de mi cara.

—Llevas unos quince minutos murmurando algo...—Dijo Sarah. 

—Te veías muy extraño—A diferencia de las otras dos, Brandom opinó en coreano y no en su idioma natal, además de agregar una risa particularmente melosa. 

—¿En serio?—Dudé con una mueca de extrañeza—¿Qué decía?

—Ninguno llega al punto de entender fluidamente el coreano, ¿era acaso una prueba?—A veces me preguntaba como habían hecho estos chicos para vivir en Corea cerca de un año. 

(***)

Hacía tiempo que no caminaba por las frías calles en la oscuridad, menos las de Seúl. Pese a haber pasado ya el semestre anterior aquí, aun no lograba acoplarme de nuevo a mi antigua cultura. Y es extraño de explicar cuando en USA no lograba adaptarme a lo nuevo por el apegamiento a dicha cultura. Aun así, lo sentía maravilloso. 

Mi teléfono sonó en mi bolsillo, sacudiendo la tela del pantalón a la vez que se producía ese clásico tono del mensaje. Lo obtuve a la brevedad, desbloqueándolo con la velocidad tan sistemática de quien pone su patrón al menos unas 200 veces al día. 

''Hey, bro...'' Rezaba el mensaje emergente. Ignoré el mensaje cuando descubrí que se trataba de Steve. No habían problemas con Steve, al contrario, es lo más cercano a un amigo que tenía, pero el tío me había estado llamando el día entero y, para que mentir, la noche también. 

FAKE LOVEWhere stories live. Discover now