El Lucero de la Mañana

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Parte 1

Cuándo el tiempo aún no existía, cuando los siglos y los eones todavía no pesaban sobre los huesos de los hombres; las estrellas y los espíritus caminaban en la tierra como si fueran humanos.

Los astros gobernaban el mundo durante el día, refulgían con ardor iluminando todo con su claridad. Y, en las noches, cuando Itzamná se desangraba en el horizonte; éstos subían al cielo para guiar a su señor a través del cosmos hacia un nuevo amanecer.

Los espíritus poseían una naturaleza malévola y eran confinados en el inframundo por la cegadora luz de las estrellas. Mas éstos aguardaban la noche para caminar bajo la iridiscencia de la luna, para desatar calamidades y caos, reinando en las penumbras.

Se dice que desde el Xibalbá un voraz espíritu escapó de la negrura de la tierra sin ser visto y aguardó en la eternidad hasta que los dioses le dieron forma y vida a los hombres.

Se dice que su maldad corre por encima de las tinieblas, habitando una forma humana durante el día y ostentando su manto de oscuridad por las noches.

Reptando desde las sombras, el espíritu del jaguar negro devora pueblos completos; se alimenta del terror, esparciendo enfermedad y muerte.
Oculto, bajo la piel…

Piel de Jaguar ▪El Lucero de la Mañana IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora