Capítulo 3

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Al subir las escaleras, se topó con un chico de cabellos cenizos que bajaba a pasos torpes por el alcohol que había en su organismo.

—Oh, Jiminie— dijo con una sonrisa de conejito. —¿A dónde vas?— preguntó el castaño arrastrando las palabras y riendo.

Jimin tragó saliva “Ay no, ¿Que carajo estás haciendo Park Jimin?" Pensó.

—Ah, yo... Uhm, iba al baño. El baño de abajo está ocupado y yo en serio necesito ir— En parte no era una mentira, necesitaba orinar de los nervios.

—Ya veo, puedes entrar al que está en la habitación de Yoongi. Está por allá— señaló con manos torpes el menor.

Jimin no sabía en dónde quedaba exactamente la habitación del pelinergro, pero Jungkook muy amablemente le facilitó el trabajo. Ahora se sentía peor, tal vez era suerte, el destino o un imbécil. Probablemente lo último.

Le agradeció y se dirigió al lugar, entró con cautela al cuarto. Todo estaba impecable y ordenado, un espació de colores neutros, blanco y gris para ser exactos. Olía a Min Yoongi, no sabría describir aquel olor, pero era exquisito.

Sentía que los nervios lo consumían cuando ni siquiera sabía lo que iban a hacer, probablemente tendrían sexo o probablemente lo mataría para que dejara de molestarlo. No pensaba con claridad y su ya cabeza era todo un caos. El alcohol seguía en su organismo y parecía que con el paso del tiempo se sentía más embriagado.

Salió del baño y observó por la ventana  que daba hacia la calle, cómo Jungkook se despedía de los demás y se subía a un coche junto con otras tres personas, seguramente eran sus amigos.  Cuando sintió unas manos grandes tomar su pequeña cintura y unos labios recorrer su cuello hasta llegar al lóbulo de su oreja, erizando su piel.

Dio un salto un poco asustado y se giró para encontrarse con esos ojos gatunos en los que sólo podía apreciar el  deseo que había entre los dos. Se sentía pequeño y la parte irracional de él, feliz por tener a Yoongi.

Torpemente Jimin se acercó al mayor para besarlo delicadamente y éste aceptó gustoso. Disfrutando cada segundo de ese suave beso para que pasara a ser algo más intenso, permitiéndole a la lengua del pelinegro más espacio y saborear su boca como siempre quiso.

Entonces Yoongi lo llevó a la cama, dejándolo por debajo de él repartiendo besos por su cuello y la línea de su mandíbula.

Oh, claro que aquello estaba mal, muy mal. No podía justificar tal acto.

La ropa comenzaba a molestar, el rubio tomó la camisa del peligro para desabotonarla con un poco de miedo de ser nuevamente rechazado. El pelinegro no hacía otra cosa más que mirarlo, disfrutando cada movimiento del menor, hasta que él mismo se quitó la camisa negra que portaba, dejando a la vista su torso desnudo, con aquel abdomen marcado y esa piel blanquecina tan suave.

Podía apreciar lo bien trabajado que estaba el cuerpo del mayor, no era precisamente un cuerpo lleno de grandes músculos, pero para él era un cuerpo perfecto.

—Vamos bebé, es mi turno— habló el pelinergro con voz ronca. Tomando la playera delgada del otro, subiéndola con cuidado hasta quitarla por completo.

El menor también tenía un cuerpo trabajado, un poco menos que el de Yoongi, pero sin duda su cuerpo era la envidia de muchos y muchas
Pues tenía el vientre plano, pero unas piernas torneadas sin verse exageradas y un culo que hacía que todos, incluso hasta los más heterosexuales volteran a verlo. Su piel era suave y olía a coco, una delicia.

—Eres precioso, siempre lo has sido, Jimin.

El pelinegro comenzó a besar el abdomen del rubio, mordiendo suvemente sus pezones haciendo que el contrario arqueara la espalda ante el placer que sentía por la acción. Y fue desabrochando sus jeans tirando de ellos para poder ver la erección que se había formado en el rubio.

Como el Sol || Yoonmin||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora