-Bienvenida. – me dijo Clemas.
-¿Qué pasó? – realmente no recordaba nada, no recordaba quién era, no recordaba el por qué de mi estado, debilitado y con hambre.
-¿Qué me pasó? – volví a pregunta.
- Tranquila. – me respondió Clemas, el cual de luego de una larga charla me confesó su nombre.
- Y tú te llamas Flor.
- Losé, eso lo recuerdo. Recuerdo, mh, mejor dicho, tengo un solo recuerdo, tú, mordiéndome el cuello. – en ese momento me toqué el cuello, sintiendo el momento en que encajo sus colmillos en mi pequeño cuello, me toqué y tenía algo, tenía sangre.
-¿Qué es esto?
-Es sangre. Cuando te mordí…
-¿Por qué lo hiciste?
- Sabes, no sé porque te convertí en esto, tal vez fue porque me lo rogaste mil veces – me respondió sarcásticamente. – pero no temas, este es un síntoma de que funciono todo bien, digo, siempre que quieres morder a alguien, la víctima se ve obligada a olvidar su pasado, debido al dolor que se sufre en el proceso.
- ¿Victima de qué?
- Victima de… Ya lo sabes, ahora eres un VAMPIRO.
Aún no entendía nada, cuando de golpe entro un esclavo, sé que era así porque Clemas lo llamo de esa manera.
-Clemas!
-¿Qué es tan importante como para que pases sin preguntar? Sucio esclavo.
-Mi señor, hay un perro, y dos humanos, uno muy mal herido, mi jefe.
-¿Y por qué siguen vivos?
-Porque… dicen conocer a la Srta.
- Háganlos pasar por favor. – alcance a decir.
-Usted lo escucho, ve y sirve para algo esclavo.
- Si me disculpan.
Paso un rato, un largo rato, y esos tales hombres que me conocían, no aparecían. Hasta que de pronto una clase de animal, muy grande, entro derribando la puerta, y así tirando a Clemas.
-Flor, no volves a casa desde hace mucho, me preocupaste. – dijo el extraño hombre con lentes.
-Tranquila, te llevaremos conmigo. – agregó el extraño más alto.
-No, no se quienes son.
Sin decir muchas palabras, me convencieron a llevarme con ellos, mientras me iba, mientras me alejaba sentía miedo, miedo a lo que llegara a suceder. Mientras más recorríamos, mas aullidos, alaridos y llantos que venían de la habitación de Clemas, se escuchaban. “Será ese hombre lobo” supuse.
Al caminar un largo rato por el bosque y luego por la ciudad, nos metimos en una casa, una casa rara. Los dos hombres hablaban sobre una tal “capilla”, no entendía de qué se trataba.
-No me recuerdas, ¿verdad?
-No puedo hacerlo, Clemas dijo que iba a hacer natural, que es natural que olvide todo.
-Entonces debo decirte algo, me llamo Diego, y no sé si lo recuerdes, pero cumpliste la misión pequeña.
-Si tan solo me acordara de que misión hablas.
-Nosotros, nosotros, cazamos vampiros, los matamos. Pero solo cazamos a quienes nos cazan, ¿entiendes? - yo asentí con la cabeza, y Diego, como dijo que lo llamara, continuo – Te pedí que te convirtieras en uno, en un vampiro, y por lo visto lo lograste.
- Espera, quieres decirme, entonces, que me usas de experimento.
- No digo eso, es que el jefe así lo demando, el quiere adentrarse en las comunidades, en los clanes, así poder destruir de adentro, así poder destruir los sistemas internos.
- Y tú permitiste eso, permitiste que me dañen, te lo agradezco.
- No es como tú crees…
Me retiré. Lo hice porque no iba a dejar que él me dé escusas estúpidas sobre el porqué de los hechos. Había algo en mi que se enojaba con él, el sabia que me iba a olvidar, lo presiento. Pero el no hizo nada para cambiarlo, para evitarlo. Me enoje, empero, sentí algo, sentí que lo conocía, y tuve un leve recuerdo.
Era de noche, era una niña, una señora grito “Florencia”, luego despertaba al lado de Diego, si, era pequeño, pero sus ojos azules, esos ojos tan luminosos, era imposible no reconocerlo. Él, él me abrigo, me dio un hogar, me dio comida. Pero, desperté, desperté de ese recuerdo. Era un ruido el motivo, si un ruido me despertó, era más precisamente muchos gritos, pero… ¿de quienes?
