00/PRÓLOGO.

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Eran las 3:50 de la madrugada, y Oliver, un joven con cabello despeinado color castaño oscuro, ojos color marrón y tez blanca, no podía dormir, el día siguiente tenía examen de matemáticas, y los nervios no lo dejaban descansar. La noche estaba siendo acompañada por lluvia, se escuchaban las gotas de agua chocando en la ventana.
Oliver de dispuso a ir por un vaso de agua. Se sentó sobre la orilla de su cama, se colocó las pantuflas y se levanto dispuesto a ir a la cocina. Salió de su habitación viendo las paredes con patrón de rayas rojo y blanco del corredor que conducía a las escaleras, en ellas habían cuadros de la familia de Oliver. Estaba su padre, Adam, un hombre con barba de candado, y con poco cabello de color negro, ojos marrón oscuro, y tez blanca. Según Oliver, un hombre tranquilo y respetuoso, sencillo, y aunque lo hayan despedido de la escuela Blackwood, supo mantener a la familia. Luego, abrazando a Adam, estaba Lucy, la madre de Oliver, una mujer con ojos color miel, cabello castaño, y tez blanca. Según Oliver, ella era una mujer divertida, sabía llevarse bien con todos y siempre repartía alegría por donde sea, ella trabaja de maestra en un jardín de niños, pues siempre le gustó trabajar con ellos.
Mientras Oliver bajaba las escaleras, se percató que el televisor estaba encendido en el canal de noticias de Blackwood notificaba con una voz amable, una mujer rubia y delgada, con un vestido rojo, que la temporada de fríos y lluvias había empezado, «¿Quién llevaría vestido tan delgado en época de frio?», pensó Oliver, mientras se dirigía a la cocina. Estando ahí, tomó un vaso, lo lleno de agua, y lo bebió, todo parecía normal, aunque, había un detalle que le llamaba la atención, la puerta del cobertizo estaba entreabierta «Han de haber olvidado cerrarla antes de dormir» pensó Oliver, caminó hacia aquella puerta, y mientras más se acercaba, se escuchaban unos cortos pero fuertes golpes, Oliver, se adentró en las oscuras escalera que dirigían al cobertizo, y la luz azul que iluminaba la sala levemente comenzó a aparecer, se escuchaban sollozos, y murmuros -Perdóname, querida- decía una voz masculina mientras el sonido de esos pequeños golpeteos llenaban las cuatro paredes. -Sólo quiera que supieras que eres mía y de nadie más-
Oliver bajaba en silencio, con algo de intriga, pero el temor que sentía hacía que sus piernas temblaran. Penúltimo escalón, el joven quedo paralizado al ver la terrible escena, cayó sobre sus piernas, y emitió un suspiro, su respiración se aceleró «Es una maldita pesadilla», pensó él, pellizcando su antebrazo.
Era su padre, con una camisa azul ensangrentada, sus mangas estaban dobladas hasta sus codos, su cuello estaba arañado, y tenía manchas manchas de sangre en su mejilla izquierda, Oliver fue incapaz de verlo a los ojos, bajó su mirada, y aunque ya suponía lo que hacía desde que noto el movimiento de caderas de su padre, quería asegurarse de no haber confundido nada, aunque todo estaba más que claro, era su madre, pálida, más que de costumbre, sin su falda naranja que correspondía los domingos, estaba chorreando sangre, el cuerpo muerto y frío de la mujer yacía recargada en una mesa de madera hecha por Oliver a los 13 años con su padre. Los golpeteos pararon, el silencio se apodero del cobertizo, hasta que su padre habló, -¿Niño?, ¿Oliver?- Oliver no supo reaccionar correctamente, así que corrió, huyó hacía su habitación, pensando que todo esto fue una horrible pesadilla, mientras tanto, -¡Oliver, Oliver, ven acá en este instante!- gritaba Adam, era alto y no tan fornido, pero lo suficiente para poder derribar a un muchacho menor que él, Oliver corrió por las escaleras aunque fuera cómo una regla irrompible en su casa. Adam caminaba algo exhausto y lento. Oliver abrió la puerta de su habitación, cerro con llave, y se apartó un poco. Adam subía las escaleras con cansancio, después de todo, matar a su esposa y fornicar con su cadáver no ha de haber sido una tarea fácil.
El joven tomó un largo respiro, y miró alrededor de toda su habitación tratando de encontrar algo con que defenderse de aquel monstruo, con la mirada localizó un viejo bate de metal firmado por la estrella local del béisbol en Blackwood. Es irónico, a Oli nunca le gustó el béisbol, la única razón por la cuál aceptó el bat fue su padre, y la razón por la que va a empuñar ese bat para poder defenderse, será su padre, de nuevo. Agarró el bat, lo empuño con fuerza, se acercó a la puerta lentamente, los pasos de Adam se escuchaban más cerca, hasta que hubo un silencio que indicaba que su padre estaba tras la puerta.
-Hijo, hablemos— dijo Adam— 
¡Mataste a mi madre, asesino!- Oliver interrumpió a lo que como respuesta Adam gritó-¡No soy un asesino!, ella me engañó, nos traiciono, es una maldita perra, se revolco con otro, ¿No entiendes?, lo hice por nosotros- Oliver en silencio, trataba de procesar la bomba de información que le soltaron, fue cómo una bomba nuclear, y su cabeza era Nagasaki, así que sólo gritó un corto pero contundente, -¡Cállate!-
Hubo otro de esos incómodos silencios, y sólo se escucharon los pasos de Adam alejarse rápidamente.
El muchacho, temeroso, abrió la puerta lentamente empuñando el bat, dio un vistazo afuera de su habitación, miró las escaleras y no, no había rastro de aquél desquiciado hombre. Oliver, admirador de las películas de miedo, presentía que esta sería cómo una escena propia de un filme de este género, un muchacho acosado por una asesino en su propia, casa.
Oliver caminó por el pasillo y bajó el primer escalón. Su padre apareció, al parecer venía de la cocina, Oli dirigo su mirada a la mano derecha de su padre, tenía un hacha de mango rojo, seguramente era para abrirse paso a la habitación de su aterrado hijo.
Tenemos que charlar, amigo— dijo Adam, con una mirada que reflejaba calidez, cómo una charla cualquiera después de que el niño cometiera una equivocación, exceptuando el dato de que tiene un hacha en su mano. Adam subió el primer escalón, Oliver sólo estaba quieto, esperando lo que sea que fuera a hacer su padre, —Lo que viste allá abajo en el cobertizo, sólo fue una confusión— Dijo Adam, subió dos escalones más, dio un largo respiro y continuó —Ella, tu madre, ella me.. nos engañó, encontré a Lucy, con el vecino, Martin, así que..— Oliver lo interrumpió con una voz cortada, queriendo sacar su nudo en la garganta —Así que decidiste matarla, ¿No?, vaya justificación— Adam fijó su mirada en Oliver, subió los escalones, ya estaban a 4 escalones de diferencia cuando el padre se detuvo, Oliver trago saliva, y dijo, —La asesinaste, y eso no tiene explicación, eres un maldito asesino, espero y te pudras en la cárcel— Adam, miró hacía el suelo, y soltó una carcajada, Oliver miraba con confusión a su padre, y su padre le dijo—Tú no harás eso, niño, no saldrás de aquí, ni ahora ni nunca, y si llegas a hacerlo, si decides ir con la policía, ellos no te creerán, soy viejo compañero de ellos, ¿No recuerdas?, el comisionado Nick, Nick Blake, o Taylor. Oli, pequeño imbécil, estás..— Oliver, sin pensarlo, con adrenalina e ira en sus venas, bateó a su padre en la cabeza, para luego golpear con el mismo bat sus piernas, Adam perdió el equilibrio, y cayó estrepitosamente por las escaleras, la respiración de Oliver se alteró, dejo caer el bat, y miró el cuerpo de su padre al final de las escaleras y el silencio no era de esperarse, sólo se escuchaba el ruido de la presentadora de TV, diciendo —Ya son las 5 con 35 minutos, es hora de levantarse, ¡Que ha todos les vaya bien este frío lunes!, nos vemos pronto— y la música de salida del programa apareció, sonaba, ''Easy'' de The Commodores.
Y Oliver con la mirada pérdida trató de pensar que hacer, cómo solucionar esto.

PUNTO DE QUIEBRE.- Opciones, acciones u observaciones incorrectas que darán cómo resultado un resultado incorrecto.

Pᴜɴᴛᴏ ᴅᴇ ϙᴜɪᴇʙʀᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora