A varios días de viaje desde Graylake, en una tierra donde las nubes cubren el cielo y esconden la luz del sol, donde la lluvia jamás tiene clemencia, la falta de un verdadero rey y la mano de hierro de un dictador azotan sus tierras y su gente.
En un lugar de castillos abandonados y laberintos escondidos descansa un castillo que en otros tiempos significo luz y esperanza para su gente, un castillo que tras la caída de su único y legitimo rey a causa de una poderosa hechicera cuyo nombre haría que a cualquier guerrero o caballero leal y valiente se le erizara la piel, lo perdió todo, un reino roto, sin ley.
Una reunión tenía lugar en aquel castillo ahora gobernado por la oscuridad, donde los verdaderos amos y señores del mundo se escondían, cautelosos... siempre al tanto de todo lo que acontecía.
Dentro de la imponente construcción de piedra caliza, en el salón del trono herméticamente cerrado por dentro y por fuera pero abajo incluso de los calabozos, las armerías y las bóvedas y aún más al fondo de los laberintos construidos para salvaguardar la vida de la familia real... en otro salón del trono justo en medio de la habitación sin un solo rayo de luz once sombras sentadas alrededor de una mesa redonda hecha de piedra esperaban pacientemente la llegada de su actual líder que estaba lejos de ser como el anterior, un asiento vacío, miradas de júbilo perdidas entre la penumbra y el silencio irrumpido por lentos pasos que se acercaban a cada segundo, finalmente la puerta se abrió y la doceava sombra hizo su aparición.
-Los eh convocado hermanos míos –comenzó el doceavo con voz ronca –a una reunión extraordinaria, en más de un siglo los doce paladines del gremio jamás se han vuelto a juntar en un mismo sitio y créanme... que lo que voy a decirles complacerá de mil maneras a sus oídos.
-Y más vale que así sea Borislav –Habló uno del resto con vos grave y profunda –No nos hagas perder el tiempo, tú no eres nuestro legitimo soberano.
-Tu guía solo nos ha llevado a esto –observó otro.
-¡No ha sido mi culpa! –Se defendió Borislav –Si alguien debemos esta derogación es a quien se llevó a la predecesora –El hombre tosió –El tiempo se agota...
-Tu tiempo se agota –Señalo el de voz grave –Ya deberías ir buscando alguien que tome tu lugar.
-¡NO SEAS TAN ARROGANTE MIKHAIL! –Gruñó otro –Le debemos a Boris que este gremio siquiera siga en pie.
-¿Y porque mantener algo que ya estaba muerto desde hace más de un siglo? –Rebatió Mikhail –Este consejo murió con el empalador... hace 117 años, lo mejor...
-Lo mejor –Interrumpió Borislav –Es que dejemos de altercar entre nosotros, nuestro enemigo volverá a levantarse en cualquier momento pero cuando lo haga será demasiado tarde –Se carcajeó entre carraspeos –Guardemos esas energías para la resistencia.
-la resistencia ya no existe.
-¡La resistencia! –Gritó Borislav –Aun vive... se esconde como nosotros entre las sombras por esa apestosa plaga, la misma que con tanto esmero defendieron, la misma ahora los tiene acorralados.
-¿Y tú plan es...? –Inquirió Mikhail, mas carcajadas por parte de Borislav.
-El plan... es muy sencillo, los eh citado aquí... –Hizo una pausa – ¡PARA MOVILIZAR LOS DOCE EJERCITOS DEL GREMIO DE LOS PUROS! –Nadie se movió por unos segundos sopesando las palabras del jefe anciano después los murmullos y la vacilación –sé que muchos de ustedes se muestran escépticos, pero no hay mejor momento que ahora para hacerlo.
-¿Cómo estas tan seguro?
-Porque después de 117 años lo hemos encontrado... -Mas murmullos –Al engendro que se robó nuestro anhelo de un mundo perfecto... ¡ALISTAIR LA SEQUIA! –Gritos de aprobación y enjundia, doce pares de ojos rojos encendidos como luces en medio de la oscuridad, Borislav golpeo la mesa de piedra y el silencio se hizo –Ha sido visto en Graylake y con el... ¡LA PREDESESORA!
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Rosa Negra: El Trono Vacío y La Espada Pérdida.
Novela JuvenilEl demonio impulso el cuerpo de la vampira hacia atrás hasta hacerla chocar contra la pared y antes de que se diera cuenta, él ya estaba frente a ella, oprimiendo su cuerpo contra la pared, con sus manos sobre sus muñecas como grilletes, su mirada l...