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—Tienen derecho a una llamada.

El chico de cabello rizado camino con ese porte caprichoso y narcisista acompañado por un ligero aire egocéntrico.

Tomo el teléfono del oficial en guardia y tecleo un número que encontraba rápidamente en su cabeza.

Un timbre... Tres... Cinco... Y finalmente la contestadora lo atendió.

–¡Oh maldición!– apretó con toda la fuerza que le permitió su juicio el aparato tecnológico, mientras maldecía una y otra vez. – No puede ser, no puede ser.– una risa irónica y burlona que pronto se convirtió en sonrisa demostró cuanta lástima se tenia a él mismo.

–Cuando termines de estar de maldita zorra cogiendo con alguien, entonces vienes a la maldita delegación.

El chico de pelo rizado con una irónica sonrisa entrego el teléfono el cual el único oficial que quedaba tomó y le entrego al chico de piel pálida y grandes ojos oscuros.

–Bien, lamento lo de su llamada, pero es turno de él.

El chico musculoso tomo apenas pudo el teléfono y marco, por alguna extraña razón, desconocía el significado de marcar un número erróneo, pero no dejaría en año nuevo a ese tipo por muy imbécil que fuera; solo en una celda.

–No contesta– dijo en un tono que apenas el pudo escuchar.
–Bueno chicos, no puedo hacer más nada por ustedes, y de verdad lo siento, intenten no matarse.

Y sin más se alejo de aquel lugar grisáceo y con fríos barrotes negros.

–¡Maldita sea!– escupió con asco y burla el chico de rizos.
–¡Hey! Tranquilo.
–¿Tranquilo? Tú me has pedido algo... No, no, no– corrigió – me has ordenado que me tranquilice cuando ha sido tu maldita culpa.
–¿Mi culpa?– soltó incrédulo.
–¿No podías anticipar tus malditas compras decembristas antes?
–¿Qué hay de ti?– dijo esta vez con un tono más fuerte, tratando de recordar porque decidió no hacer valida la maldita llamada que tenia está noche.
–¡Yo lo hice!
–Sí claro, por eso estabas a las 10:40 en el centro comercial peleando conmigo por una maldita botella de alcohol.
–No era una botella, era "La botella"– dijo como si fuera lo más lógico del universo. – y para entonces ya no había de las compras anticipadas.
–Pues hubieras llevado la ultima botella de sidra, o si tanto querías alcohol para tu fiesta hubieras ido al departamento de fármacos.

El chico puso los ojos en blanco y suspiro mientras el chino se dejaba caer con fuerza en la banca de lado contrario a el otro.

–Me llamo Bryan...– comenzó pero al ver la cara de mala leche de su ahora compañero de celda, decidió que en silencio seria mejor.

Después de muchos segundos, minutos o miradas mortales Bryan recibió respuesta.

–Leyva, Freddy Leyva. – finalizo con una puntual mirada diabólica a la cual acompañó llevando su mano a su enorme chamarra y con burla saco una botella de cristal con un liquido blanco. –Y este es el vodka por el que estamos aquí.
–¿Cómo diablos metiste eso aquí?

...

¡Yei! Hola... Lo prometido es deuda, y quiero que sepan que las leo a todas horas, y a petición de una chica linda aquí esta su historia Breddy.
;)

-SHS_Villalpando

ATRAPADOS [Breddy] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora