Eran las 2:18 y tras comprobar que no existía poder humano que hiciera que durmiera esa noche salí a fumar un cigarro en el lobby del hotel, mientras el cuerpo desnudo y estático de la mona se abrazaba al algodón de dos almohadones entreverados con la sábana de la que se había apropiado hace ya algunas horas. Dormía como un cadáver feliz, como un muerto que se fue completamente satisfecho con su obra en vida y que dejaba el mundo con la absoluta calma que entregar dicha herencia era suficiente para ganar un tiquete de primera clase en cualquiera de los paraísos que el más allá le propusiera.
Me puse los audífonos y sonaba My Sweet Lord, aquella tonada góspel que George Harrison copió "inconscientemente" de las Chiffons y por la que perdió un juicio por plagio. Siempre me pareció deliciosamente irónico que un Beatle fuera finalmente condenado por este mundo al hacer una canción de alabanzas a Jesucristo. Mientras fumaba repasaba la escena del día anterior una y otra vez en mi cabeza. ¿Sería que yo, tal y como le pasó a Harrison, cometí un error fatal pero aceptable e inconsciente? Ese era el problema en esta línea de trabajo, a George su error solo le costó algunos de sus dólares y un lunar en su reputación que el enfermero tiempo se encargó de curar con irremediable olvido, mientras que mi error se había llevado, hasta el momento, una vida inocente. Deseché la idea rápidamente y pensé en lo increíblemente autocompasivos que somos los seres humanos. Torcemos la realidad y justificamos cualquier cosa, inclusive un asesinato, sacrificando cualquier remanente de sentido común, por algunas horas de sueño tranquilo.
Mis pensamientos fueron abruptamente interrumpidos al acercarse un somnoliento empleado del hotel
- Disculpe, no se puede fumar en esta área. Lo invito a nuestra sala de fumadores.
La etiqueta en su desaliñado uniforme estaba por caerse, pero su nombre aún era legible: Ramón.
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La música de los niños muertos.
Mystery / ThrillerSer un asesino a sueldo es más ordinario de lo que parece. Hasta que matas a un infante por error.