Disfrutándonos

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  Te miro recostado junto a mí, me miras y puedo ver como la satisfacción en tu rostro se desborda a través de tus preciosos ojos.
Con el cruce de nuestras miradas, una sonrisa aparece en mi rostro. La chispa pasional se enciende en mi mente.
Acaricio mi cuerpo desnudo, recordando tus manos tocando mis senos, frotando mi espalda. Aún no sé cómo hipnotizas mi mente para llevarme a la locura. Paso mis manos por mi cuello, ese que besas con desesperación y, que en múltiples ocasiones, has marcado con los dientes.
Me percato que ahora me miras con más interés, verme deseosa de ti, activa tu libido.
Nuestras miradas se tornan más intensas y la ráfaga de pasión entra en mi cuerpo que reclama el tuyo para satisfacerse.   

  Jugando con lo que ves, bajo mis manos lentamente hasta introducirla traviesamente en mis bragas, sintiendo la humedad que me produces cada vez que veo tu deseo acrecentar.
Me acaricio suavemente y me recuesto, cierro los ojos e imagino que eres tú el que proporciona esas caricias. Sin dejar de tocarme, una de mis manos aprieta mis pezones y juega con ellos. Y entonces siento tus manos calientes acariciar mi ombligo, abro los ojos y estas allí, mirándome lleno de lujuria. Me besas con desesperación y puedo sentir tu lengua queriendo penetrarme.
Tu manos sustituyen a las mías y al entrar en contacto con mi piel, una sensación eléctrica recorre mi cuerpo. Escucho un gemido de tu boca al sentir mi humedad.   

  Tu boca besa mi cuello, lo muerde, lo succiona y con tu lengua serpenteas mi cuello, bajas un poco más y muerdes, ligeramente, mis pezones. Haciendo que la electricidad recorra todo mi cuerpo.
Me levantas y nos ponemos de rodillas, arqueas mi espalda y besas mi ombligo. Me recuestas de nuevo y me quitas las bragas, lentamente te deslizas para ponerte de rodillas a la orilla de la cama, besando mis muslos, flexionas mis rodillas.
Besas mi humedad y tu lengua hace círculos en la parte más sensible de mi vagina.   

Tu lengua caliente y tus manos recorren mi cuerpo, activan todo mi placer.

  Empiezas con tanta delicadeza y en cada gemido que emito le agregas más intensidad a tu lengua.
Mi deseo estalla y el orgasmo aparece, trato de cerrar las piernas por instinto y en ese momento, te siento entrar en mí. La fusión de tu cuerpo y el mío, es tocar el cielo y el infierno al mismo tiempo.   

 Te miro entrar en mí y lleno mis ojos de ti, disfrutando ese momento.
Mis piernas en tus hombros te dan toda la facilidad para entrar con la intensidad que deseas.
Te veo llegar y el placer de verte es inmenso, tanto que se apodera de todo mi ser.
Me pierdo.
Nuestros cuerpos saben que se pertenecen.
Nuestras miradas se cruzan y nuestras mentes se conectan; un beso sella la intensidad de ese momento que, como todos los anteriores, se tatúa en nuestra piel y nuestros corazones.   




 Relatos de sueños prohibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora