la momia del barco fantasma

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Frente a las costas de Filipinas, un grupo de navegantes, en plena regata, encontró a lo lejos un barco a la deriva.

Sin saber nada de él deciden acercarse. Lo que ven es un velero sin palo luchando contra las olas. Y deciden filmar.

Un miembro de la tripulación se tira al mar y nada hasta el barco. No sabe que es el Sayo, el barco del viudo y aventurero alemán Manfred Fritz Bajorat, del cual por entonces no se sabía nada desde hacía un año.

La historia

El 31 de enero pasado, el equipo del velero LMAX Exchange cubría la ruta desde Airlie Beach, Australia, hasta Da Nang, en Vietnam cuando avistaron el “barco fantasma”.
Cuando navegaban en el Pacífico a 870 kilómetros al oeste de la isla de Guam, la más grande de las islas Marianas perteneciente a los Estados Unidos, avistaron un velero a la deriva

El LMAX se comunicó con la guardia costera de Estados Unidos en Guam, pero se le dio órdenes de seguir con la regata, ya que en su situación no podían ofrecer asistencia. La guardia costera decidió hacerse cargo del caso.

Pero no fue recién hasta el 25 de febrero, casi un mes después, cuando un par de pescadores filipinos, en Surigao del Sur, encontraron al Sayo al borde del hundimiento a pocos metros de la costa. Para entonces el cuerpo de Bojarat estaba completamente momificado.

Los medios de todo el mundo hablaron sobre la momia gris hallada en un velero perdido en Filipinas. Pero esa momia tiene un nombre y, sobre todo, una historia, en la que se combinan la aventura, la soledad y los indicios de un amor contrariado.

Hacía más de 20 años que el alemán Manfred Fritz Bajorat había soltado amarras. Aburrido de su trabajo en una oficina de seguros, sintió el llamado del mar y se lanzó a recorrer el mundo junto a su mujer Claudia. No dejaron océano por navegar: en su frenesí náutico visitaron el Pacífico, el Atlántico, el Índico y el Caribe. Hasta que un día ella se aburrió y abandonó el barco. Dos años después la mujer murió de un cáncer. 
Entre los papeles y las sobras de comida que se encontraron dentro de la cabina inundada del velero Sayo también había fotos que daban cuentan del pasado más feliz de Bajorat. En las imágenes se lo ve junto a Claudia y a su hija Nina en diferentes ciudades.

Tras su separación, Bajorat radicalizó su espíritu ermitaño: hacía seis años que ningún amigo sabía de él, y casi uno desde que había dejado de actualizar su Facebook. Cuando Claudia murió le rindió homenaje en un foro de navegación.

Dice el mensaje: “Treinta años estuvimos en el mismo camino. Luego el poder de los demonios fue más fuerte que el deseo de vivir. Te fuiste. Que tu alma encuentre paz. Tu Manfred”. 

La Policía cree que Bajorat murió unos siete días antes de que lo hallaran y debido a causas naturales. 

Los investigadores creen que la brisa marina ayudó a preservar el cuerpo de la descomposición. 

El viento del mar y la sal ayudaron a que el cuerpo se conservara de esa manera tan particular, apenas inclinado sobre la mesa y junto a la radio que se había convertido en su única conexión con tierra.

La autopsia reveló que el alemán Manfred Fritz Bajorat sufrió un infarto agudo. Pero aún quedan detalles por revelar.

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