One last wish (Harringrove)

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La fiesta culminaba ante los enormes otros avellana de Harrington. Este se encontraba demasiado ebrio para caminar a su habitación.
Todos conocían a Steve por dar las mejores fiestas en Hawkins; a pesar de ya no ser el rey del lugar, aquel extrovertido morocho no se podía negar a hacer una fiesta cada que a él se le antojara, por consecuencia a esto se encontraba acostado en el césped cerca de la piscina de su casa, reía cual niño pequeño en una feria... Ferias, por un momento la risa de Steve paro en seco y los recuerdos de aquel doloroso cuatro de julio azotaron su mente, volviendo a atormentarlo como ya lo hacían cada noche antes de irse a la cama.
Robin quien veía a lo lejos la escena, podía percibir el aura nostálgica que rodeaba a su amigo. Aquel verano dejó marcado a todos los involucrados en aquellos escalofriantes eventos, especialmente a Joyce, Max y por alguna extraña razón Steve. La ojiazul se acercó de forma cautelosa al castaño, estaba ahí, tirado, sin hacer nada, simplemente su mirada estaba pérdida en esa noche azul que acobijaba el pueblo de Hawkins, los fuegos artificiales se hicieron nuevamente presentes en aquel manto azul y Steve seguía perdido ahí, miraba el cielo como si su vida dependiera de ello. Habían transcurrido dos años a partir de ese acontecimiento, la chica lo recordaba a la perfección, jamás olvidaría la expresión facial de Harrington al ver morir a Billy.
- ¿Te quedaras ahí para siempre, torpe?
Se ánimo a preguntar, el otro simplemente se limitó a negar, no la miro, solo se hundió más en su mundo y ella solo podía pensar que Steve había cambiado mucho, sentía que su mente despegaba a otro lugar y el muchacho solo estaba físicamente presente.
-Necesitas dormir Steve, estas ebrio y...
Steve habló por primera vez en la noche.
-Tú también estás ebria.
Protestó Harrington soltando una pequeña carcajada, sin dudas parecía un crío.
La menor se acercó y le ayudó a levantarse, este solo se tambaleaba un poco y reía para después quedar en un sepulcral silencio, eso logró espantar de sobremanera a Buckley.
Al entrar a la mansión, notaron que la fiesta había culminado al cien, no había ni un alma a esa hora de la madrugada. Robin acompaño a su amigo por las escaleras, cuidaba que no se tropezara con cada escalón que le ayudaba a subir; seguía tambaleándose absorto en sus pensamientos. No tenía idea de lo que pasaba por la cabeza del morocho, lo notaba tan distante, esa chispa que tenía se había apagado lentamente, una vez que llegaron a la habitación del castaño esta lo acostó delicadamente en su cama y quitando unos mechones rebeldes del rostro del mayor notó que este rápidamente había quedado profundamente dormido. Sonrió levemente y dándole una última mirada salió de la habitación al igual que de la mansión.
A Harrington le comía la culpa, la ansiedad y sobre todo la tristeza.
No se encontraba en su casa, ni cerca de Hawkins, sus pies tocaban la suave y parda arena... ¿Arena? El muchacho confundido camino de forma lenta hasta la orilla, sentía como las olas acariciaban suavemente sus dedos, miro hacia el frente, parecía como si el mar le hablara, como si este le dijera "Steve, acércate" En esos momentos se sintió estúpido, sabía exactamente que pasaba en esos momentos, sabía dónde estaba, California... Nuevamente bajo la mirada, sintiendo una patada en el estómago para después negar y alzar nuevamente su rostro, solo así pudo confirmarlo. A unos escasos metros de él pudo divisar una mata rizada y rubia, su corazón tembló como la primera vez, ahí estaba, parado frente aquellos definidos rizos que jamás admitió amar. Billy al verlo se acercó hacia donde el morocho se encontraba. El rubio estaba feliz de ver al morocho; al ver esa sonrisa provocó la culpa en el pecho de Steve.
-Lo siento... -musito Steve con la voz rota, tan rota como aquella ola que había culminado de forma casi perfecta bajo sus pies. -No es tú culpa, niño bonito. - lo miro el rizado con una pequeña sonrisa sobre sus belfos. Estaban ahí, parados uno frente al otro, Billy sostenía su tabla de surf, se veía más radiante que nunca, veía un brillo especial en aquellos azulados ojos y eso había matado por completo a Steve, el seguía en una especie de trance, todo esto para el era difícil de aceptar y procesar. - me hubiera gustado estar ahí para ti. - nuevamente su voz se quebró. Las gaviotas atenuaban la situación, Billy no dejó de mirarlo con dulzura, tan dulce que Steve sintió derretirse. -Bueno Harrington... -miro por unos escasos segundos al cielo para después dirigir sus orbes hacia aquellos ojos de cachorro que alguna vez amo. -estas aquí...
Aquella conexión se rompió en cuanto Steve dirigió su mirada a la arena que suavemente se enterraba entre los pies de ambos. - Quiero también ofrecerte una disculpa fuí un completo idiota contigo, princesa. -Ante el apodo Harrington rápidamente alzó la mirada, frunciendo ligeramente el ceño provocando la risa del menor. Steve trataba de contener las lágrimas, pero sabía que en cualquier momento se rompería. - te perdono. -murmuro con un nudo en su garganta, trago con fuerza y una de sus manos se dirigió a la mejilla ajena empezando a acariciar la piel de su rostro con suavidad y cuidado, como si de un frágil cristal se tratase. -Sabes, siempre pensé que eras hermoso. -La sonrisa de Hargrove se ensanchó, Steve pensó que esa sonrisa le haría falta en su día a día y sin más sintió las primeras gotas saladas bajar por sus mejillas. La vista a aquella playa se hacía cada vez más borrosa de un momento a otro, incluso parecía que un fondo negro se apoderaba de aquel escenario, Steve sabía lo que significaba y sabiendo su destino el morocho se acercó a plantar un beso sobre aquellos rosados labios que alguna vez deseo besar. Lo hacía con calma, quería disfrutar de la cercanía del californiano pero en cuanto el aire empezó a faltar en los pulmones de ambos simplemente se alejaron un poco, lo único que los unía en esos momentos era la forma en que sus frentes se encontraban pegadas y sus narices se frotaban.
-Te extraño...
-y yo a ti, princesa.
Un último beso fue depositado en los labios del morocho. Aquella visión de la playa fue desapareciendo y con esta el rubio que alguna vez se adentro en su corazón, la visión fue reemplazada por un manto negro y borroso que lo hizo volver a su realidad. El castaño se sento en su cama y colocando sus manos en su rostro por fin pudo llorar. después de dos largos años reconoció que había perdido al gran amor de su vida.

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⏰ Última actualización: Nov 18, 2019 ⏰

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🎥◖ ✷ ͘ 𓋰  S͟t͟r͟𝖺𝗇𝗀𝖾𝗋 𝖳𝗁i͟n͟𝗀𝗌 𝔰𝔥𝔬𝔱𝔰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora