🍏capítulo III🍎

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LAS CONDICIONES DE LOS DIOSES

Narra la narradora

Mientras nuestros hikaris pensaban una manera de decir la noticia a sus familiares y amigos, en otro lugar del tiempo, Atem acompañado de Mana se encontraba paseando por el inmenso jardín del palacio, pensando en cómo se encontraba Yugi y lo impresionado por el inmenso amor que le tenía, mientras su acompañante le contaba las anécdotas que habían después de su partida.

-ATEM ME ESTAS ESCUCHANDO?!!-grito Mana enojada sacándolo de sus pensamientos haciendo que parara de caminar y soltara un suspiro.

-Mana no grites de esa manera- dijo mientras se acercaba a un frondoso árbol de cerezo, siendo seguido por la chica.

-se puede saber que pasa por tu cabeza como para que estés tan perdido? - pregunto Mana con los brazos cruzados y los cachetes algo hinchaditos haciendo que Atem sintiera ternura por la preocupación de su amiga.

-no es nada, no te preocupes- dijo Atem dándole una sonrisa para no preocuparla, lo cual no funciono del todo ya que su expresión paso a una triste.

-los sigues extrañando verdad? – dijo Mana poniendo su mano en el hombro contrario, cuando le iba a responder las puestas del salon se abrieron dando paso a marik y a bakura.

-que se supone que están haciendo hay parados? - pregunto Bakura con notable enojo y con los brazos cruzados.

-se puede saber cuál es la molestia- dijo Atem serio para voltear a verlos.

-no me digas que ya se te olvidó la junta del medio día? - dijo Marik con el ceño fruncido y una venta asomada en su frente.

Con pesada flojera el faraón se dirigió a las puertas del jardín para después seguir a los chicos a la sala de conferencia y pasar prácticamente cinco horas tratando de ponerse desacuerdo respecto a los trabajos para el beneficio del pueblo.

Después de aquella junta al salir se dieron cuenta de que ya pasaban de las siete y media de la noche, por lo que los chicos se fueron al comedor a tomar la cena y después retirarse a sus respectivas recamaras.

Narra Bakura

Hoy fue un día sumamente agotador, sinceramente no soporto trabajar con el faraón de quinta, pero fue la única condición que nos impusieron para no ser eliminados por nuestros pecados.

Mientras me alistaba para dormir repentinamente me sentí extraño, como si de un momento a otro me desmallaría, así que me recosté y rápidamente me quede dormido.

Después de un rato abrir mis ojos y me di cuenta de  que no me encontraba en mi recámara.

-dónde estoy? - pregunte al aire mientas me levantaba de suelo, admirando aquel lugar que, a mi parecer era un templo.

- baya hasta que por fin despiertas! - dijo una voz sorprendiéndome, buscando con la mirada aquella voz.

-quién esta hay!!??-dije a la defensiva viendo un rincón bastante oscuro.

-jejeje vamos no te pongas así, no te haré daño- dijo una chica saliendo de su escondite, no podía distinguirla bien ya que solo se notaba su figura.

-quien eres tú!!??-dije con el ceño fruncido viéndola como avanzaba tranquilamente.

-bueno me presentó me llamó Nieve, y tú quién eres? - dijo la chica acercándose más y poder verla mejor. Cuando pude verla con mayor claridad abrí mis ojos sorprendió, la chica frente a mi parecía un Ángel ya que en su espalda se podían ver unas hermosas alas, su cabellera era blanca y le llegaba un poco más abajo de la cintura, también portaba unas orejas de gato del mismo color de su cabello y sus ojos eran de un azul oscuro. Viste una blusa y una falda de color negro con decoraciones en rojo, junto con una capa del mismo color. Toda su indumentaria está compuesta de varios tonos en negro y rojo, en donde el negro es el color principal en su traje, mientras que el rojo en su capa.

Regalo Inesperado (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora