(En la residencia Hyodou, Ronan y Xen estaban jugando un videojuego, hipnotizados por los sonidos y lucecitas, hasta que llegó Xenovia, y les cortó la diversión)
Xen.- (molesto) ¡Mamá! ¡Estaba a punto de conseguir la victoria!
Xenovia.- (molesta) ¡No entiendo cómo puedes estar aquí, encerrado, y sólo!
Ronan.- (a sí mismo) "…Yo también estoy aquí…"
Xenovia.- ¡Tienes que hacer algo más productivo! ¡Actividades físicas!
Xen.- ¡No gracias, prefiero seguir jugando con Ronan!
(Xenovia se enfureció, y le confiscó la consola a su hijo. Luego, lo castigó por 2 meses. Xen, al ver tamaña injusticia, decidió hacer una apuesta con su propia madre. Si él ganaba, el castigo se reduciría a una semana y media. Pero, si perdía, aumentaría en 4 meses, y tendría que limpiar toda la casa, él solo. Xen aceptó, y fue a buscar su espada de Kendo)
Xenovia.- ¡Conoces las reglas, ¿cierto?!
Xen.- ¡Sí! ¡Con tres golpes se gana!
(Comenzaron a pelear. Xenovia logró dos golpes, y Xen sólo uno. Estaba en apuros. Entonces, de la nada, sintió que una gran energía lo rodeaba. Sin saber porqué, esa energía le ayudó a igualar el marcador, y, por consiguiente, lograr ganarle a su madre)
Xenovia.- ¡Muy bien! ¡Ganaste! ¡Así que tu castigo se redujo a...!
Xen.- ¡No hace falta!
(Xenovia se extrañó, pero quien estaba más extrañado era Xen. ¿Qué era ésa energía que emanó de él hace un minuto? Parece que la única forma de averiguarlo era entrenar)
Xen.- ¡¿Sabes mamá?! ¡No creo que me haga mal unos dos meses sin jugar videojuegos! ¡Tal vez debería entrenar un poco más en el Kendo!
Xenovia.- (preocupada) ¡Hijo, ¿Te sientes bien?!
Xen.- (dudoso) ¡Creo... creo que sí!
