ONE SHOOT

2.6K 71 1
                                    

Su camisa estaba abierta, dejando a la vista un negro bracier cubriendo sus senos, sus manos elevaban una dulce botella de vino, brindando entre risas su reciente soltería.

-¡Vete a la mierda Cha Hyung Soo!- gritó a todo pulmón a través de su ventana, ganándose varias miradas reprobatorias de sus vecinos, excepto de uno, quien le miraba atento desde el balcón continuo, Preguntándose lo mismo de siempre.

"¿Porqué una chica tan guapa como ella, se lo pasa bebiendo una botella de alcohol justo cuando un auto rojizo se pierde por el vecindario?"

-Vete a la mierda, maldito- susurró entre lágrimas, dando un gran trago a su botella, hasta acabar el contenido de esta, para luego tirarla en algún lugar de su habitación.

-¿Sabes? Él jamás dijo que me amaba- habló mirando hacia la nada, por lo que el chico que estaba a su lado supuso que solo pensaba en voz alta, luego le vio girar el rostro en su dirección, con la decepción dibujada sobre sus ojos - Pero yo quería creer que si me quería, sabía que estaba mal amar al hombre que siempre sería de ella, pero no quise evitarlo...Él era el único capaz de hacerme contar los segundos para estar en sus brazos, mientras que para él solo era una aventura, una escapada de su realidad...Él no estaba dispuesto a amarme-

Las lágrimas escurrían sobre su piel, sin dar indicios de terminar, y él sintió como su pecho se apretaba por ella, verle llorar comenzaba a anudarle la garganta.

-Al principio no importó, estaba dispuesta a todo...pero cuando te han gritado en el rostro tantas veces que eres una calienta pollas se vuelve pesado...yo solo quería que él me amara, pero mírame aquí...estoy a punto de darme por vencida, ya no puedo más-

Esas palabras fueron las últimas que escuchó de ella.

Tal vez debió correr hasta allí y sostenerla entre sus brazos tan pronto ella había entrado a su casa. Tal vez debió obligarla a seguir hablando, para que todo ese veneno pudiese salir de ella. Tal vez debió haber golpeado con más fuerza aquella puerta de madera. Tal vez debió correr con mayor rapidez cuando la cargaba en sus brazos.

Pero la realidad era que, ella se había ido, había dejado de luchar y al mismo tiempo había dejado de sentir.

-Lo siento señor Jung Kook, hicimos lo que pudimos-

Y Él jamás pudo olvidar ese rostro, ni siquiera con todas esas pastillas que el médico le obligaba a tomar, manteniendole cautivo en una prisión emblanquecida.

Él podía verla llorar y cuando cerraba los ojos su voz resonaba como un dulce eco. La culpa lo acompañó hasta el último de sus alientos.

Reacciones (BTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora