La Tormenta

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El final del "por siempre" que nos juramos nos visitó tan pronto y yo ya había perdido una guerra que ni siquiera sabía que existía. Aún así, ahí estaba frente a ti de rodillas implorando un perdón que ya no me correspondía, pero que pensaba que no me ibas a negar. Tu decisión fue inquebrantable y definitiva, me fui de tu casa, mas no sabía que también me iría pronto de tu vida.

¿Qué salió mal?

Te cansaste de mí, de mis problemas constantes, de mi inevitable fatalidad, de mi optimismo barato, de las charlas largas o de las más cortas, te harté con mi ir y venir, te cansaste de mi existencialismo y de mis preguntas sobre la vida que a nadie le importan en verdad, mi simpleza patológica, mi cursilería de bolsillo, de mis besos que te sabían igual...

Estuve un largo rato, dándole vueltas en mi cabeza, ¿por qué? Si yo te amaba y tú a mí (o eso quería creer), pero más temprano que tarde descubrí la realidad: había alguien más.

Alguien del que no se supone que debía preocuparme, alguien que acababas de conocer, no importaba al final, era alguien más y ya ocupaba mi lugar, sin siquiera yo sospecharlo.

Admito que fue un golpe bajo, una puñalada en mi orgullo, era clara su ventaja: juventud, frescura, energía, prometía algo nuevo, algo fuera de lo que yo te daba, algo mejor, y claro, lo elegiste. Te fuiste y contigo, me perdí a mí mismo.

El sol no sale aunque ya pasó la tormenta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora