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Al despertar esta mañana sentí un ambiente muy tenso… mi tía Ellen se
encontraba llorando en el vagón de alado, solo podía ver que en su rostro sus ojos se tornaban cristalinos y su semblante mostraba preocupación. Sin pensarlo me dirigí hacia ella. Al ver que me aproximaba a ella, me tomo de los hombros y me dijo

– ¡Toshiro! Tu hermana, Mitsuki está muy grave, se nos acabaron sus
medicamentos, necesitamos conseguirlos lo más antes posible… tu sabes que sin ellos no se le es fácil respirar.

-Elipsis… mi mente se quedó en blanco, no sabía qué hacer, solo observaba a mi tía Ellen gritándome, y a Mitsuki reposada en la cama y solo en su rostro una lagrima se asomaba… solo podía imaginarme lo peor para ella, lo peor para mí, un pedazo más de mi vida se iría al ver que jamás y nunca sus ojos abriría.

- Saldré a buscar el medicamento de Mitsuki a los dispensarios – le dije a mi tía.

- Debes saber que aquí en Osadía los pocos medicamentos que nos quedaban se han agotado por las múltiples enfermedades que se han visto los últimos meses – dijo tía Ellen.

Me retire sin decir nada… necesitaba el apoyo de mi gran amigo Setsuko que a pesar de ser sordomudo, la verdad me agrada su compañía siento que es la única persona que me entiende y comprende.

Me dirigí al vagón donde se encontraba Setsuko que está ubicado a 10 vagones hacia el lado norte. Al llegar allá observe que Setsuko se estaba curando de una herida que tenía en la pantorrilla al igual que su hermano mayor cuyo nombre
no recuerdo, solo que a diferencia de Setsuko la herida de el si era más grave.

– Por medio de señas - le empecé a contar lo que sucedía con mi hermana y que necesitaba de la compañía de ambos ya que soy de esas pocas personas que se le dificulta comunicarse con los demás. El hermano de Setsuko se negó a ayudarme, me la vi un poco difícil al ver que su actitud no cambiaba, pero gracias a la ayuda de Setsuko logramos convencerlo. Nos dirigimos a la estación de Hiroshima, aquí está el único ferrocarril que a pesar de todos los desastres sigue funcionando, es el único transporte que nos podrá llevar a disocia en un menor tiempo. El hermano de Setsuko nos dijo que la única forma de viajar en el ferrocarril es subiéndonos al techo de los vagones, es un poco arriesgado diría yo, ya que si el conductor se llega a dar cuenta ¡no me imagino lo que nos haría!

El día se tornaba oscuro, las horas parecían volar, no podía dejar de pensar en mi hermanita, tenía que apresurarme si no sería demasiado tarde…

Al aproximarnos a la parada se encontraba un examinador, nos encontramos en apuros ya que si esa cosa nos llegaba a detectar éramos hombres muertos, cuando el ferrocarril empezó a pasar, rápidamente nos bajamos. Observamos a una chica que se aproximaba hacia nosotros; vestía una camiseta café, una falda larga, lentes y su cara estaba llena de barros, la verdad me pareció una niña muy fea.

- ¡Hola! Me llamo Ayelen… Que andan haciendo por aquí-se dirigió a nosotros- Quise contestarle, pero las palabras no salían de mi boca, me sentí frustrado y molesto…

-Intentamos pasar las rejas para poder entrar a Disocia, necesitamos algunos medicamentos que se han agotado en Osadía, ya que la hermana de Toshiro-dijo mientras me señalaba-se encuentra muy delicada-respondió el hermano de Setsuko.

- ¿y cómo pretenden pasar?

- Eso es lo que intentamos descifrar.

- Si quieren los puedo ayudar, pero a cambio de eso me dejaran ir con ustedes a Osadía.

- Claro pero siempre y cuando nos ayudes a conseguir los medicamentos-dijo con un tono firme el hermano de Setsuko.

Ayelen aceptó. Nos guió hacia un lugar secreto para poder infiltrarnos; logramos entrar a Disocia, la búsqueda por el medicamento de Mitsuki comenzó. Al momento de entrar puede observar que todas las personas de ese lugar vestían con el mismo color de la camiseta de Ayelen, me di cuenta que ese era el color que distinguía a esta facción de las demás. Antes de continuar con la búsqueda Ayelen nos proporcionó unas playeras para camuflarnos entre la población.

Nos dirigimos al dispensario, aquí se encontraban los recursos de primeros auxilios y unos cuantos medicamentos que proporcionaba el Capitolio. Buscamos entre las repisas del dispensador el medicamento que necesitaba el nebulizador, cuando estaba centrado en mí búsqueda Setsuko intentaba decirme algo a través de señas, cuando voltee unos
hombres se aproximaban hacia nosotros.

-Ustedes cuatro vengan aquí inmediatamente- sin pensarlo tome el medicamento y lo escondí en la mochila que cargaba conmigo.

- Solo síganme la corriente- dijo Ayelen mientras caminamos hacia ellos.

- ¿Los conoces?- Dijo unos de los guardias dirigiéndose hacia Ayelen.

- Si, son solo unos familiares-tartamudeo.

- Entonces no habrá problemas en escanearlos.

Sentía miedo, nervios… sabía que nos descubrirían y nos mandarían de regreso a Osadía, por suerte ya tenía el medicamento conmigo.

Nos llevaron hacia la salida, terminaron botando a Ayelen por ser nuestra cómplice –me sentí culpable- creímos que por lo menos nos transportarían en su ferrocarril hacia nuestra facción; pero no fue así, caminamos unos cuantos kilómetros hasta llegar a nuestro hogar. Nos dirigimos al vagón donde estaba Tía
Ellen…

Al ver a Mitsuki no pude evitar que en mi rostro dos lagrimas brotaran, mi aliento se había ido… en ese momento llegaron recuerdos de todo lo que habíamos hecho juntos, no quiero perderla.

-Toshiro acércate- dijo Mitsuki casi sin poder articular palabras.

- Hermanita te traje tus medicamentos, resiste un poco más.

- Hermanito me…. Siento muy mal.

- Tranquila todo estará bien- le dije mientras le colocaba rápidamente el
nebulizador .

- Pr..ometeme q que harás.. alg..o para a..ayudar al…

Elipsis.

En ese momento vi como mi hermana cerraba sus ojos… mi tía lloraba
desconsoladamente, me quede inerte, una parte más de mi vida se fue… recuerdo que estábamos todos juntos; mis padres, mi hermana y yo. Mis padres fallecieron por la radiación ocasionada en su trabajo, y ahora esto.

-Ya no puedo más, me quede completamente solo- pensé en lo que dije; no estoy totalmente solo, tengo a mi tía, pero no es lo mismo.

Mi tía solo me observaba, y sin decir ni una sola palabra envolvió a mi hermana en una sábana blanca. Al caer la noche, la población de Osadía se reunió lejos de los vagones, colocaron a Mitsuki en una mesa hecha de madera y palma, vi como
mi tía se acerca con una antorcha en la mano para prenderle fuego a la mesa. Observé como el cuerpo de mi hermanita de tan solo 6 años se hacía cenizas. En este momento doloroso tres personas me acompañaban en mi tristeza: Setsuko y su hermano, y la niña fea con granos en la cara.

Un Nuevo RespirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora