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El manto de estrellas en la noche oscura se veía perfectamente hacía un par de horas. Uraraka observaba el cielo con un repentino y extraño interés. Suspiró con una mano en el rostro, mientras sentía como las heridas en su abdomen y su pecho se contraían ante cada respiración y cada espasmo muscular, incluso los más pequeños.

Le dolía bastante, aunque no era una sorpresa que eso sucediera; sus heridas se demoraban en cicatrizar por la pelea que había tenido con aquel imbécil hacía dos meses. Katsuki aún no llegaba del trabajo, y ella tenía una sorpresa que darle. Se levantó del mullido asiento que tenían en el balcón, y el aire veraniego y totalmente cálido la hizo sonreír por unos escasos segundos. Estaba preocupada, al final de cuentas, y con toda la carga emocional que llevaba, no era para menos. 

Miró por encima, al pequeño gato que habían adoptado con Bakugo hacía ya dos años. El minino se paseó entre sus piernas, jugueteando con los pliegues de los pantalones de Ochako. 

—Creo que se pondrá feliz, ¿no crees? 

El gato ronroneó en respuesta, mientras se acariciaba con suavidad los bigotes con la pequeña pata.

Sintió que la puerta se abrió y ella se levantó con cuidado para poder ir a recibir a Bakugo. 

—Estoy en casa. —Anunció el rubio.

—Bienvenido. —Le dijo la chica con una sonrisa mientras iba hacía él y le daba un pequeño y casto beso.

—¿Que tal te has sentido, Cara de ángel? 

—Me he sentido mucho mejor. —Murmuró Uraraka. 

La plática siguió mientras la muchacha servía la cena, y tras un par de minutos, le sirvió comida a Bakugo. Cenaron mientras ella escuchaba las anécdotas del día de Bakugo. Ella soltó una pequeña risa cuando el le contaba que los héroes de los que estaba a cargo, parecían unos idiotas ese día.

—Hoy subí de puesto en el listado de héroes, estoy en el tercer puesto. 

—¡Eso es genial! te felicito mi amor. —Comentó muy feliz, mientras se inclinaba y le daba un beso sonoro en los labios. 

—Sí, bueno, los primeros son esos idiotas que son pareja, y luego vengo yo, no es algo malo. —Se alzó de hombros de manera brusca. 

Uraraka sintió tanta felicidad con que ya no fuera taaaan competitivo como hacía años. 

Sintió nauseas pero se las aguantó. 

—Oie, Ochako, creo que lo del bebé podríamos aplazarlo para más adelante. Ya sabes,  después de la boda de nuestros amigos. Para que entres bien en tu estúpido vestido y que seas una "buena dama de honor" 

—Sí, sí eso deseas está bien. El próximo mes es la primera boda. 

El muchacho asintió, mientras terminaba de comer.

—Yo lavaré los platos Ochako, ve a darte un baño mientras tanto. Luego me uniré yo a ti. 

Uraraka asintió. Ese día ella andaba decaída y se notaba, a si que Bakugo decidió darle su espacio. Ella se desnudó y se miró al espejo y suspiró, tenía los senos un poco hinchados y el vientre enrojecido. Se tomó el cabello en un rodete, y se sumergió en el agua tibia. 

—Bueno. . . No sé como explicarle a Katsuki nuestro secreto. Ya sabes, sólo es tuyo y mío, y de nadie más, pero él también es parte de ese secreto. ¿Cómo podré ocultarte, pequeño bebé? Vas a empezar a crecer, y crecer. 

Uraraka Ochako tenía tres semanas de embarazo. Uraraka Ochako, tendría que ocultar su embarazo para no matar a Bakugo de un paro cardíaco. 

—¿Con quien hablabas, Uraraka? —Preguntó Katsuki entrando por la puerta y desvistiéndose para poder entrar a la tina. 

—Conmigo misma, no te preocupes amor. Ven, ven. 

El muchacho con una sonrisa, camino hacía la tina y se sumergió en el agua con ella. 

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De dónde somos [Kacchako]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora