Elle.

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Sacó su semiautomática plateada del bolsillo y giró para mirar a la joven de ojos avellana.

-Vuelve al baño.-Susurró mirandola de forma seria y temible. Ella no esperó un segundo más y salió, tragó todas las preguntas que en ese momento se acumulaban en su garganta.

Cuarto y último disparo, al corazón. Letal.

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El sonido del disparo invadió la habitación por minutos y ella seguía en el baño, sentada en el frío suelo con la cabeza apoyada en la baldosa verde. Llevó sus manos a la cabeza, despeinandose como si eso aliviara el horror que había experimentado unos instantes atrás. La puerta de madera oscura se abrió mostrando una alta figura masculina.

-Tenemos que irnos de aquí, chica.-Pronunció lentamente mientras le tendía la mano para ayudarla a levantarse.

Sin embargo, ella miró hacia su mano, como si el arma plateada siguiera ahí, apuntandola. Para luego dibujar un camino con sus ojos hasta llegar a su camisa de algodón blanco que ahora se veía salpicada de sangre. Rechazó la oferta que el chico le había ofrecido y se levantó.

-¿A dónde iremos?-Preguntó esta guiando sus ojos avellana a os zafiros de él.

-Te dejaré dónde quieras y luego seguiré mi camino, pronto vendrán más buscando y matarán a todo aquel que tenga respuestas.-Soltó mientras salía por el umbral de la puerta para recoger una mochila negra y los cartones de tabaco.

La impresión que le causaba a ella, era que era frío como el hielo. Cada vez que hablaba parecía que escupía millones de afilados cuchillos dispuestos a matar, no entendía por que lo buscaban ni tampoco por que mataba, a ella no le gustaban las venganzas ni seguía la frase del ojo por ojo y diente por diente, no era bueno eso se veía aunque no fuera el peor.

Se levantó siguiéndolo, intentando no mirar hacia el charco de sangre que se había formado en la moqueta color crema, procuró también de no mirar hacia los inmóviles cuerpos que en ese cubículo yacían.

-Iré a por algo útil que llevarme.

-Te esperaré en el Camaro no tardes, recuerda que vendrán más.

10 minutos después

El primer cigarrillo de la mañana descansaba sobre sus finos labios mientras sus delgadas manos toqueteaban el volante negro dándole pequeños golpes con nerviosismo. Llevó su mano izquierda a su boca para recoger la colilla que allí descansaba y luego mirar a la puerta del motel de la cual la chica salía cargada hasta las cejas.

Tiró la colilla con enfado una vez tuvo abierta la puerta del coche.

-¿Eso es lo que entiendes tú por algo útil?-Preguntó atónito al ver que bajo su brazo izquierdo cargaba dos finos portátiles plateados y que con el otri cargaba una enorme mochila negra.

Ella sin embargo esquivó su pregunta, abrío el maletero y colocó la mochila y luego los portátiles con delicadeza para luegor cerrar el maletero de un sonoro portazo.

-Chica, ¿me piensas responder?-Preguntó acercandose a ella de forma intimidante.

-Elle. Me llamo Elle.-Susurró un segundo antes de darle la espalda para sentarse en el coche.

"¡Joder! Si la dejara aquí ya estaba" pensó cabreado mientras se acomodaba en el asiento de piloto.

El coche percorría las carreteras en completo silencio, solo se veía alterado por el sonido del potente motor hasta que Evan decidió hablar:

-¿De que viene tu nombre?

-Me llamaba así mi hermano y desde aquella me llaman así, en verdad me llamo Doll.-Hizo una pausa mientras suspiraba al sufrir una recarga de recuerdos- Nunca me ha gustado ese nombre.

-Ah, entiendo. ¿Dónde te tengo que dejar?

-Depende de a dónde vayas.-Dijo ella mientras admiraba el bonito perfil del piloto.

-Nashville.

-Déjame en Jackson.

El Sol empezaba a molestar más arriba de la línea del horizonte y las tripas de ambos empezaban a rugir, eran las dos y treinta y cinco de la mañana y ya llevaban varias horas de trayecto. Poco les quedaba para llegar a Benton y acercarse a algún lado a picotear.

-¿Por qué van a por ti?

-No preguntes cosas que no te importen.-Respondió Evan malhumorado.

-Tengo derecho a saber porque han matado a los dueños del motel por ti.-Escupió ella cabreada mientras miraba el asfalto que formaba delante de ellos la carretera.

-No lo sé.

-¿Y si no lo sabes por qué vas armado?

-Porque es mi trabajo ir armado.-Contestó mientras apretaba el volante con sus manos, provocando que sus nudillos se volvieran de color blanco.

-¿Tú trabajo?¿Matar gente?

-Tengo entendido que en este país las armas están permitidas.

-Matar gente no.-Reprochó Elle mientras sus ojos centelleaban fuego.

-Es mi trabajo, hay muchas cosas que los ciudadanos no sabeis ni entendeis.

-¿Lucha de poderes?

-Cállate.-Zanjó él mientras quitaba su vista de la carretera para mirarla a ella de forma amenazante.

Y así lo hizo, cerró el pico hasta que llegaron a Benton con una hambre voraz. Giraron en un desvío para dirigirse a una cafetería. Evan conocía bien el estado a pesar de ser extranjero, había llegado a los Estados Unidos buscando respuestas y  como no, venganza. Una venganza que le había costado demasiado y que más aún le costaría.

SmokeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora