Alma dividida

 En la época de paz los ángeles ascendían al cielo y los demonios se mantenían en su encierro, pero tanta bondad los hizo confiarse en su poder y se distrajeron de su deber. Aquella confianza hizo que no se percataran de que los demonios aumentaban y tras un periodo de confusión el mal surgió con fuerza y sin temor. Los ángeles cayeron, mientras que en la tierra broto el infierno. se desataba el velo de la guerra en el campo de batalla que en antaño concebía la armonía pero que hoy sólo queda un grito de agonía. Así comenzó, una eterna batalla entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad. Los ángeles buscaban la paz pero sabían que los demonios solo querían la destrucción total.

Ante el caos y desesperación que se provocó, los ángeles se volvieron débiles frente esa oscuridad que los azotó sin compasión. Estos empezaron a ceder y el miedo comenzó a crecer, la luz se opaco y dio lugar a una oscuridad de miedo y desesperación. Una tierra desolada y sin salvación fue lo que quedo luego de aquella devastación.

Ya mil años pasaron, desde que la armonía fue corrompida, desecha y destruida, por aquellos que hoy día siembran el miedo y la agonía, pero en realidad son simples fragmentos de melancolía, de demonios dentro de de un alma destruida y a pesar de todo, en el grito mas ahogado de frustración y en lo más oscuro del alma se puede encontrar una llama que no se acaba, que por más débil que sea su luz, ésta atrae la esperanza. Así es como surgió a lomos de un dragón, clamando por una vida mejor. Un rugido de guerra zumbo y la batalla comenzó, mis ángeles y mis demonios combatieron por un alma confundida y perdida en un mar de soledad. Cuando los metales chocaron y de sangre el campo se tiño me di cuenta de mi gran error, intentar separar la bondad de la maldad es algo que no se puede lograr, ángeles y demonios componen nuestra alma en total e ignorar a uno u otro te trae caos y soledad.