Capitulo 4

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La tranquilidad, hacia ver a Jump City como una ciudad pacífica. El reloj marcaba las dos de la mañana, cuando una alarma se activó de una joyería.

Un joven de cabello oscuro, ojos de bosque y ceño fruncido, saltando los edificios se dirigía hacia aquel barullo. No es que se alegrara de que unos hombres asaltaran una joyería, pero la noche era demasiado tranquila para su gusto, necesitaba ejercitar y que mejor manera que detener a unos simples ladrones.

Llego al edificio de enfrente los maleantes estaban por terminar su trabajo, subían el ultimo cargamento a la camioneta. Estaban tan ocupados que no se dieron cuenta cuando un joven bajaba la mercancía por el lado contrario, con toda la calma del mundo.

-Que mal coordinados están todos se notan que son principiantes, sería bueno enseñarles el camino del bien- pensó el pequeño Robín.

El conductor arranco la camioneta, la pandilla estaba algo alterada y feliz al mismo tiempo. Que no notaron la presencia de alguien más joven que ellos estaba sentado en la parte de atrás donde se supone debería ir la mercancía robada.

Llegaron a un almacén, la tensión de hace unos momentos se evaporo, al notar que ningún policía o héroe los seguían. Literalmente saltando de la camioneta con alegría, la pandilla se felicitaban unos, por su primer gran asalto.

Sacaron las cervezas, para celebrar, encendieron el estéreo, llamarón a unas chicas. Todo resulto a la perfección.

En pleno reventón, se les ocurrió sacar el botín, una gran sorpresa se llevaron, cuando abrieron las puertas traseras, para no encontrar absolutamente nada de su trabajo hecho.

Empezaron a culparse unos a otros, pero antes de empezar a pelearse, se apagaron las luces de su guarida. Por todos los medios intentaron encenderlas pero no funciono. La preocupación, la ira, la desesperación, inundaban aquel apestoso almacén.

La discusión seguía, mientras un adolescente se divertía, escuchando las estupideces de aquellos hombres jóvenes, bastante inmaduros.

-¡Ven!, lo que han provocado por no pagar la cuenta de la luz

-Por favor, nadie la pagaba, nos robábamos la electricidad del edificio de al lado.

-Es verdad si vamos a culpar a alguien que sea al tacaño del dueño de la tienda online de zapatos para vaqueros, nunca paga a tiempo.

-Es un irresponsable.

El pequeño ex asesino, decidió que ya había escuchado suficiente, era momento de trabajar. Tenía que regresarlos al camino de la ley, como héroe ese era su deber, lo había dejado bastante claro su padre, y él, lo había observado, tratando de llevar a muchos criminales a la rectitud.

Mientras pensaba que método utilizar para hacerlos recapacitar de sus actos, recordó a su padre. Que haría si estuviera en su lugar: seguramente les pagaría sus estudios o los inscribiría a cursos para la moral o superación. Que aria superman: Apostaría, a que les echaría un discurso, de que robar es malo y bla bla bla...

Lo bueno es que él no portaba ninguno de esos símbolos de la justicia en su pecho, cada quién tenía su manera de hacer las cosas. Incluyéndolo a él, que tenía su propio estilo para realizar ciertas tareas.

Las luces se encendieron de repente, mientras que una silueta de colores negro, rojo y verde descendía de una de las vigas del techo.

El grupo de pandilleros se asustaron al principio, pero al verlo más bajo que ellos se empezaron a burlar del joven Robín. Pobres desdichados, después de esas risas, no se escucharon de ellos más que lamentos y gritos.

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