Defectos. ¦ ErrorInk

34.

No era nada fácil.

Apenas el segundo día su hermano mayor fue quien descubrió su malestar, su comportamiento por más que trataba de ocultarlo no podía escaparse de las sospechas del de bufanda. No pudo sacarle mucho, no tenían una relación de hermandad al igual cuando era pequeño y podía el mayor abrazarle y consolarle, tarde o temprano iba a pasar ello, el dolor podría levantarlo por su propia cuenta, y arreglárselas solo para soportarlo.

"Ya te dije que no es nada." Dijo por tercera vez en la cena, Fresh comía sin hacer ni el mayor gesto de burlas, aunque parecía ser que disfrutaba de cómo su hermano del medio era aturdido en una bomba de preguntas.

"Error, cuando estás mal, no comes tu comida."

"No tengo hambre, ¿Qué más da?"

"Error." Nombró Geno con una expresión más severa y autoritaria. "Por favor."

"...Perdí el apetito. Que Fresh se coma lo mío, ¡Pero no mi chocolate!"

De tal forma orgullosa, subió la escalera, Geno miró despectivo la cena dejada y miró a su hermano menor quien al chocar miradas hizo señas diciendo que subiera, que se robaría el chocolate si no hablaba Error. Suponiendo que era buena idea, la última alternativa, fue hasta la habitación del azabache, ya estaba grande, lo admitía pero seguía estando lejano a lo que era la realidad, apenas tenía dieciséis.

"Hermano. Llevas recién el segundo día de la escuela y desde ayer te veía distinto, ¿Acabas de pelear?"

Todo estaba oscuro, lo único que iluminaba era la puerta que Geno mantenía abierta, donde podía mirar la cabeza de Error asomándose entre las sábanas, una negativa recibió, y el albino se sentó a la orilla del colchón.

"¿Me vas a decir?" Negó con la cabeza. "Vamos, puedes confiar en mí... Siento que más dolor aguantando no te hará bien."

El silencio quedó estático, largos segundos que para ambos hermanos fue infernal, Error no quería contar su dilema y complejo, todavía no estaba seguro de lo que tenía que hacer y no quería verse más débil de cómo era visto estos años tras salir de la básica, Geno le daba su espacio, pero tarde o temprano le dejaría hablar, aún fuera un arma de doble filo.