INTERNADO BLANC

CAP 1: "querido nuevo diario"

23 de septiembre, 2018.

Querido nuevo diario:

Mi nombre es Nicole, Nicole Blanc, y tengo 16 años.
No tengo familia, bueno, por lo menos no a mi parecer.
Mi madre murió hace ocho años, el mismo año en el que mi padre, Michael Blanc, se fue de casa para "trabajar" como director en el Internado Blanc, en Inglaterra, ya que mi abuelo, el anterior dirigente, se había juvilado hace poco, y alguien tenía que ocupar el puesto, o esto dice él, aunque lo que de verdad hizo fue únicamente escapar de los problemas.

Llevo sin verlo desde aquella.
Al principio me echaba la culpa a mi misma, no conseguía entender poque me había abandonado, porque había tomado la decisión de irse tan a la ligera, dejándome sola.
Creía que iba a volver, o venir de visita de vez en cuando, o por lo menos contestar a mis insistentes llamadas, pero no. Nunca hizo ninguna de esas cosas, lo único que hizo fue enviar cartas en las fechas importantes, cartas que yo esperaba con ilusión, para después comprobar que en ninguna de ellas estaba escrito lo que quería, en ninguna de ellas decía que volvería a casa.
Al cabo de un tiempo esas cartas dejaron de llegar. Se había olvidado de mi.
No se por cuánto tiempo me estuve levantando a las ocho de la mañana para ver pasar de largo al cartero, todos y cada uno de los días, hasta que me di por vencida. Dejé de llamar, de enviar mensajes, y cada esperanza, por pequeña que fuera, de que algún día volviera, se fue muriendo poco a poco con el tiempo.

Desde aquella se hace cargo de mi la señora Dumont, una mujer, que según mis teorías, debe de estar tan arrugada por dentro como por fuera. Su principal pasatiempo es contratar millones de institutrices diferentes para programar clases, con el propósito de que tenga el menor tiempo libre posible, y en ese tiempo, mandarme a mi cuarto a estudiar.
La verdad, ya estoy más que acostumbrada. Aunque tuviera un mínimo de tiempo libre no sabría que hacer con el.

Vivimos en un pequeño pueblo situado al sur de Francia llamado Conques, en la antigua villa familiar, donde viví toda mi vida, donde he pasado los mejores años de mi vida, cuando mamá aún estaba viva, cuando éramos una familia.

Faltan tres días para que cumpla mis 16 años.
No espero nada para ese día, hace mucho que no lo hago, pero lo bueno es que cada día que pasa falta menos tiempo para que pueda salir de las cuatro paredes de esta gigante y fría residencia. Solo dos años más.