Capítulo 2: En un hogar roto

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De la obscuridad casi absoluta que se observaba en la puerta hecha de madera, la figura de una mujer joven, emergió lentamente.
Esta chica sin duda, no era la propietaria de aquella voz vieja y cansada que escucho.

Por un momento, el desliz de Simón ,hizo que su visión observará un rostro familiar... Uno, que hacía que su corazón palpitara rápidamente en el pasado, pero ahora, solo le causaba una tristeza inconmensurable.

-Be... Betty?- susurró Simón, con una emoción, y una tristeza, que hacían una mezcla sonora con mil y un sentimientos, desbordándose entre sí.
- eres... tú...?-

-Perfecto, otro lunático- Al escuchar la voz de la mujer y recordar su posición,la mente Simón volvió a la tierra.

Al ajustar su vista a la obscuridad de la puerta, logro distinguir a una chica que aparentaba estar en sus veintes, con una larga cabellera castaña, profundos ojos marrones, y un cuerpo ejercitado(posiblemente por la situación en la que viven) un hombre que se veía ya muy mayor, oculto detrás de una mesa que posiblemente funcionaba de recepción antes de su abandono, y, un pequeño niño, muy parecido a la chica que estaba de pie amenazando a Simón con una escopeta.

Al recobrar la compostura, Simón notó que la chica, poco a poco comenzaba a acercar el arma peligrosamente a su rostro.
-¡E-espere señorita!- Exclamó Simón mientras se intentaba alejar un poco.
-¿Esperar? ¿Ah que? ¿Ah que nos descuidemos y nos ataques por detrás?- Decía la joven con frialdad.

-L-le juro, señorita, sería incapaz de hacerle daño a usted y a su-su... Familia- Un silencio se hizo presente en la sala...
-Heh... Familia...- La chica, simplemente se limito a reír un poco, agachar la mirada, y después de un breve tiempo, volver a mirar a Simón.
-¿Estás sólo?- pregunto la chica con una mirada sería.
Simón se incorporó lentamente.
-Responde, rápido ¿Estás sólo?-
Insistio con la misma pregunta aquella chica, mientras recargaba el arma.
Simón, simplemente miró fijamente a los ojos de la chica, y asintió lentamente de la manera más sería y convincente posible.
-Entra, no intentes hacer nada extraño, oh si no, te abriré un segundo agujero en tu trasero ¿Quedo claro?- Simón asintió de manera nerviosa. Para asegurar su confianza, Simón levanto ambas manos lentamente enfrente de el, y comenzó a caminar despacio hacia dentro.
Al entrar, la chica cerró la puerta a sus espaldas de manera que no le quitase los ojos de encima a Simón. Al estar todos dentro, el silencio de los presentes, volvió a predominar en la sala, solo siendo acompañado por el sonido de la lluvia, que antaño podría considerarse como relajante y purificadora, pero ahora solo era una señal de advertencia en la zona. Con un movimiento con el brazo que sostenía la escopeta, la chica ordeno a Simón que avanzara a una esquina de la sala, sin muchas opciones, este ultimo acato la orden y se dirigió a donde su salvadora, oh captora... le ordenase...
-Puedes tomar asiento aquí- Decía la chica, mientras sostenía con una mano la escopeta y con la otra señalaba una silla, que si bien no se podría considerar nueva, se veía resistente y cómoda , Simón coloco su maleta enfrente de el, preparando sus cosas para desempacar. Al ver tal acción, la chica lo detuvo en seco
-Escúchame bien, solo estarás aquí hasta que la tormenta se termine, después de eso, te largas ¿Entendido?- Antes de que Simón pudiera dar una respuesta, una voz muy pequeña se hizo notar de fondo
-Mamá... Tengo hambre-
La chica solo se limitó a ver con notable nerviosismo y sorpresa a Simón.
-P-equeño, espera a que mami resuelva esto y te dará de comer-
Dijo la chica, quien, de manera furtiva, cambio su mirada a una dulce y compasiva, completamente distintas a la dominante y violenta que presentaba ante Simón.
Al escuchar al niño y ver la reacción de la chica, Simón se acercó a la joven madre con cuidado,y sin ningún movimiento brusco tomo con mucho tacto y amabilidad su hombro derecho. Al sentir esto, la chica se volteó sorprendida por no haber sentido los movimientos de Simón hasta ese momento.
Antes de que la chica pudiera hacer nada, Simón levantó su otra mano en señal de calma
-Escucha, sé que no tienes motivos para confíar en mi, pero puedo asegurarte que no corren ningún peligro conmigo. Los niños pequeños no deben ser desatendidos por los adultos nunca, y mucho menos por sus madres - Estás últimas palabras dichas por Simón, fueron acompañadas por una sonrisa que inspiraba una extraña empatía, una mirada comprensiva y que expresaba sinceridad absoluta.
La chica pensó por un momento, miró a Simón y tras mostrar sus dientes en señal de preocupación y resignación.
-¿Tienes algo que nos puedas ofrecer?-
Las palabras de la chica sorprendieron por un momento a Simón, sin embargo, el se limitó a mirar a la chica y sonreírle.

Habían transcurrido un par de horas, la lluvia en lugar de aminorar, arreció de manera gradual. Tal parecía que la ya tormenta, duraría todo el día.
En cocina de la cabaña, se encontraban 3 adultos y un pequeño niño, comiendo lo que parecía una sopa de espaguetis sencilla, acompañado con agua purificada para beber.
Simón,quien había dejado su chaleco de vestir y se había arremangado su camisa para poder cocinar, veía con un poco de gracia a la familia sentada en frente de el, que más que estar comiendo, estaban devorando su plato.
-Digame, señorita, cua...- Dijo Simón, siendo interrumpido por la chica
-Karen, llámame Karen- contestó la joven con la boca llena.
-Karen, de acuerdo. Karen ¿Hace cuánto tiempo no comen?
Preguntó Simón con una pequeña sonrisa, que demostraba estar mas relajado.
-Mmm, hoy serían...- Pensaba Karen mientras seguía comiendo
-Tres días y medio- Respondió rapidamente el hombre de avanzada edad.
-Santo cielo...- susurró Simón
-¿Y... Cuánto tiempo llevan aquí?-
Preguntó Simón cambiando de expresión a una más preocupada
Karen solo se limitó a mirar al hombre.
-Dos noches- respondió esta vez Karen.
-¿ Y, no tenían suministros cuando llegaron aquí? ¿Solo eran ustedes tres?- Preguntó nuevamente Simón.
Karen pareció alterarse un poco cuando Simón formuló la última pregunta
- Papá ¿podrías responder tu a las preguntas de este hombre? Tengo que asegurarme de que el pequeño Steve no haga un desastre con su comida- Se expresó Karen, sin hacer contacto visual con nadie más que su pequeño.
- Seguro querida, cuida de mi comida- Dijo el hombre quien limpió su boca y se levantó de la mesa, acercándose a Simón.
- ¿Podríamos salir un poco?-
Preguntó el hombre amablemente. Simón, con dudas de las acciones de la familia, solo se limitó a levantarse y seguir al hombre hasta la sala de estar.
-Por favor, te pido disculpas por nuestro comportamiento hace un rato, han sido días difíciles y hemos pasado por mucho-
Dijo el hombre mientras le ofrecía un asiento a Simón.
- Hehe, no se preocupe, puedo entender los- Dijo Simón un poco nervioso y apenado por las repentinas disculpas.
- Y... Respondiendo a tus preguntas de antes... Hasta hace tres días, éramos cuatro integrantes en nuestra familia. Mi hija, mi pequeño nieto, y mi nuero- Al escuchar las palabras del hombre, Simón solo atinó a abrir los ojos y escuchar la anécdota que el hombre estaba por contar
- Nos dirigíamos hacía el sur, lejos de las montañas y los bosques, en busca de refugió en la gran ciudad. Escuchamos que estaban evacuando gente en bunkers y barcos por los recientes lanzamientos de misiles, teníamos la esperanza de que nos dieran cobijó en algún barco de transporte por lo menos, tenía antecedentes honorarios en la marina y algunos contactos. Teníamos una camioneta y una bolsa con suministros suficientes para cinco personas y un mes.
Todo parecía marchar bien, hasta que unos malditos bandidos nos interceptaron en la carretera al pueblo de Youven. Nos amenazaron, si no les dábamos la camioneta, nos acribillaban en donde estábamos. Eran solo dos... drogadictos, con un arma, podíamos haberlos sometido, incluso arrollado, pero el estúpido de mi nuero, bajo del auto con la bolsa: "llevense esto y déjenos marchar con la camioneta"... Fueron las últimas palabras que salieron de su boca, antes de que lo fulminaran con tres disparos...
Mi hija gritó, mi nieto lloró, y los infelices se llevaron nuestros suministros, nuestro transporte, y al padre de mi nieto- Simón solo se limitaba a escuchar el relató en total silencio, cuando la mirada del hombre y Simón se cruzaron en ese momento, Simón pudo ver en el hombre, una mirada de tristeza y decepción. Después de esa pausa, el hombre prosiguió con su relató.
-Esa misma tarde, sepultamos a mi nuero en el camino.
Si te soy sincero, no lo extrañaré, siempre fue una espina en nuestra familia, hasta el último momento, pero siento pena por mi hija y mi nieto... Más por el pequeño... Escucha, si te cuento esto, es por qué quiero que entiendas que necesitamos ayuda, por más dura que mi muchacha se vea, no soportará mucho tiempo si seguimos así-
Simón miró sin palabras al hombre... No sabía que responder.
Un relámpago cayó, he hizo un estruendo muy fuerte.
Tal parecía, que la tormenta, duraría mucho más tiempo...

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⏰ Última actualización: Sep 23, 2019 ⏰

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