semáforo

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Me puse a pensar en colores

Y entre tantas memorias difusas,

Se me viene,

a la cabeza,

un cuento.

El cuento de una muchacha muy segura,

que al mirarse cada día en el espejo,

se decía (y lo pensaba)

lo linda que estaba.

¿Qué tendrá que ver

esto con los colores?

Puede que me preguntes,

y tendrás razones.

Pero es que esta muchacha

tenía en muchas

tonalidades, aromas

y calientes pinturas

que acompañaban su paso

con suavidad.

Por ejemplo en rojo

tenía el pelo.

Como el fuego era a veces

furioso (quemaba) y parecía una llama

aterradora pero llena de combate;

pero otras era sólo cálido

como el crujiente crepitar

de una fogata para pensar.

Amarillos

Tenía los ojos

y acá miento un poco.

Eran tono miel,

pero tanto al sol hacían acordar,

porque desprendían tal luminosidad,

que lo mismo es

que cambiáramos el color

e hiciéramos entender.

Acompañaban un té y una charla,

sonrisas de mañana,

y también eran testigos de dolor,

ajeno e interior,

inundados a veces de temor,

remolinos llenos de dudas

emanaban cordura.

También por ejemplo estaba el verde,

un color que era de ella,

sin que ella lo portase.

Era verde por lo libre

Por lo serena.

Por lo espontánea

Y por la esperanza

que generaba hablarle

y escuchar su voz,

especiada y genuina,

loca y hermana.

Era una chica

de tantos colores

que sólo el gris

respetuoso y distante

estaba a su alcance

admirando / la.

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16. 08. 18.

block de notas | Poemario VersátilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora