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Viernes 7 de septiembre | III


Biblioteca.

Te sentaste al frente mío.

Estamos separados por un muro metálico.

Pero no importa.

Aunque solo vea tu silueta a través de los diminutos círculos del muro.

Estas ahí.

Tan cerca a mí.

Pero al mismo tiempo tan lejos y distante.

Cada dos segundos alzaba mi mirada para verte.

Todo el tiempo has estado pendiente de tu celular.

Con una gran sonrisa.

Desearía ser el causante de tu felicidad.

Desearía poder tener el valor para hablarte.

Decirte de una vez por todas todo lo que siento por ti.

Te mire.

Me miraste.

1...

2...

35 segundos pasaron.

Apoyaste tu mano en tu parte del muro metálico.

Tus ojos me miraban de manera intensa.

Como si quisieran analizarme detenidamente.

Con temor acerque mi mano poniéndola a la misma altura que la tuya.

Nuestras manos estaban juntas.

No podía sentirte.

Pero no importa.

Tú mano estaba pegada a la mía.

Aunque tuviéra un muro impidiendo el tocarte.

Era el momento perfecto.

Siento una magia extraña por todo mi cuerpo.

No puedo evitar enamorarme de ti.

Quiero que sepas que eres esa parte de mí que me ayuda a respirar.

Pero llego él.

Retiraste tu mano al instante.

Ignoraste mi presencia.

Saliste de la biblioteca con él agarrados de la mano.

No volviste tu mirada hacía mí.

Mis labios hicieron un puchero por inercia.

Apoyé la cabeza en la mesa.

Mientras ocultaba como una lágrima corría despavorida por mi mejilla.

Horas en las que te pienso | kth•jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora