Dana dejó de ir al colegio, Clara la dio de baja, pensó en internarla para tratar su trastorno, también en mandarla al extranjero, pero al final se exilió en la mansión. Terrible error.
Recuerdo con tristeza y enojo la conversación que mantuvo Clara con Dana y Diana al enterarse de lo sucedido. Clara decidió que estuviera presente, debido a que asistía en el mismo colegio. Me sentía incómodo. En el ambiente se agitaban diversas emociones, la que más predominaba era la tristeza de Dana. Me daba la impresión de que deseaba desaparecer en el momento. Se veía tan pequeña y frágil, me provocaba ganas de darle un cálido abrazo y decirle que todo estaba bien, que no fue su culpa.
—Los otros padres de familia hablan mal de ti y me juzgan, dicen que soy una mala madre. ¿Te parece justo eso, hija? —preguntó Clara arrastrando un poco las palabras.
Clara había bebido, su aliento alcohólico flotaba en el aire.
—No... —respondió en un hilo de voz lloroso, mantenía la mirada en el piso y las lágrimas surcaban sus mejillas pecosas.
—Esto lo provocaste tú, hija. ¿Cómo se te ocurrió salirte de la casa para irte a emborrachar con el vago de tu novio y sus amigos buenos para nada? Ellos son hombres, los hombres siempre se aprovechan de las mujeres vulnerables —afirmó y me lanzó una mirada retadora.
Diana volcó los ojos. Por mi parte, no podía decir nada en ese momento sin lograr enfurecer más a Clara.
—Lo lamento, mamá. No volverá a pasar. —Levantó su mirada y más lágrimas salieron de sus ojos.
—Por supuesto que no volverá a pasar —dijo enojada—. Fingiremos que no sucedió nada. Continuaremos como siempre. Dana, si tú decides vivir como una víctima, jamás serás plena, estarás estancada en el pasado, reviviéndolo una y otra vez. Solo fue un desliz, todos lo tienen. Ya cometiste el error de abrir las piernas, ahora compórtate y date a respetar. Aquí no habrá víctimas.
Miré con enojo a Clara, no estaba de acuerdo con su manera de pensar. Dana enjuagó las lágrimas contenidas en sus ojos y observó a su madre con gran disgusto.
Reinó el silencio, uno amargo y asfixiante.
—Mamá, me siento sucia, no importa cuántas veces me bañe —dijo Dana, conteniendo las lágrimas que se acumulaban en sus ojos de ámbar.
—¡Báñate con vinagre! —gritó Clara enojada y golpeó la mesa con su puño—. ¡No tengas lástima de ti misma!, ¡supéralo! ¡No uses esto para llamar la atención y hacer de nuestra vida un drama! —Soltó un suspiro hondo y fijó su mirada en la cara llorosa de Dana—. Las familias de esos chicos son más ricas que nosotros, asquerosamente más. Por eso ellos no temen en dañar y destruir a los demás —habló más calmada—. No irán a la cárcel, no pagarán por lo que hicieron. Demonios, hija, ¿qué hice mal contigo? Es culpa de tu padre, por dejarme sola con ustedes, no puedo criarlas sin ayuda. Maldito. —Clara se levantó de golpe—. Tengo que relajarme.
Recordé algo que una vez mi madre me dijo: se necesita un pueblo para educar a un niño. En ese momento, donde veía el abandono por el que pasaba Dana, entendí por qué ella buscaba a su manera su pueblo, al no encontrarlo en casa.
Se alejó, dejando detrás de ella el rastro del olor de su perfume, el alcohol que bebió y el eco de su taconear.
—Qué tonta eres, Dana, ahora beberá más por tu culpa —añadió Diana y torció la mueca.
Dana rompió en llanto y salió corriendo del comedor.
Clara deseaba ocultar lo sucedido con Dana, mantener una apariencia falsa en la sociedad, pero si no podía con su alcoholismo, menos con su hija. Diana no intervino, estaba avergonzada y enojada por la actitud de su gemela. Claro, por ser similares, molestaron a Diana en el colegio.
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Cómo los gatos hacen antes de morir |Disponible en papel|
RandomCómo los gatos hacen antes de morir: El día a día de Samuel «Y como los gatos hacen antes de morir, me alejé de las personas que estimaba» La madre de Samuel murió y él se ha tenido que mudar. Todo lo que conocía desapareció. Ahora Sam deberá lidiar...