I. Déjà vu

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Ella esperaba su turno para lanzar la penúltima carta: «¡Pumba!».

La partida se estaba dilatando y empezó a divagar sobre mundos imaginarios, sobre grandes batallas y mujeres guerreras, sobre fantasías de libro ojalá reales. Fantasías en las que dormiría en el campo, apoyada sobre el tronco de un árbol, que podría ser un manzano, en el que estaría descansando tras un entrenamiento con la espada. Su maestro sería demasiado estricto, pero ella también es exigente. Le gusta destacar, ser la mejor: es un alma de pura competitividad. Durante el duermevela, escucha lejos una voz que le avisa: «¡Pumba!».

Cuando abre los ojos, ante ella solo hay una extensa llanura repleta de jaramagos.

Minicrónica de un mundo maravillosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora