Me da pena Zefir.
Cree que para llegar sin problema a ¿Pico Gélido? —¿no había un nombre más original?— necesitamos adentrarnos en el bosque que llevamos dos semanas bordeando desde que escapamos de su casa. Le animé, no es una mala idea, pero no está convencido. Él lidera el camino porque no queda más opción. Por suerte, nos guardaron un mapa en su mochila… Es increíble que no parezca preocupado.
Esta noche le he propuesto entrar en el próximo pueblo: apenas podemos entrar en otros sin que la gente se espante cuando me ve: «¡humana!, ¡una humana!». Niega con la cabeza. Su mirada es dura. «Deberíamos, es de los últimos de la comarca según el mapa». Me lo quita de las manos y se queda pensativo. «Nos estamos quedando sin comida». No me contesta: se levanta y vuelve a su manta para descansar un rato. Me toca vigilar.
No se da cuenta de que ha sido mi culpa. Yo estoy sentada, con las piernas cruzadas. Me quedo absorta en mi muñeca, en el tatuaje con… mi nombre.
No se da cuenta de que yo no pertenezco a este sitio.
ESTÁS LEYENDO
Minicrónica de un mundo maravilloso
FantasíaCon brevedad, te será referido el viaje de la humana Nike y sus compañeros para resolver los secretos de un mundo desconocido que la teme y rechaza.