10

121 1 0
                                    


Bianca

Desde que nació el pequeño Gonzalito es la primera vez que me separo tanto tiempo de él, pero la verdad es que necesitamos un tiempo para disfrutar de nuestra relación como pareja.

Nos hemos ido de luna de miel al caribe y podremos disfrutar de unos fantásticos días de playa a pesar de que eche de menos a mi pequeñito.

—¿Bianca sales ya? —me pregunta Gonzalo al otro lado de la puerta del baño, ya que llevo media hora para cambiarme.

—Ya salgo —le digo a pesar de que llevo media hora en el espejo buscándome defectos.

Tras el nacimiento de Gonzalito se quedaron en mi cuerpo unos 5 kilos extra que no tenía antes y eso sin contar con las horribles estrías y me veo horrible en traje de baño.

—¿Mi sirena está lista para ir al mar? —me pregunta Gonzalo tras abrir la puerta, mientras me rodea la cintura con sus brazos.

—Ya sabes que no me siento cómoda en bañador —le explico.

—Si no te sientes cómoda en bañador podemos ir a una playa nudista —me dice bromeando.

—Es en serio Gonzalo —le digo bastante seria mientras me miro en el espejo.

—Estas perfecta cariño, no entiendo porque te sientes así —me dice mientras se me acerca por detrás y me besa.

—Estoy muy gorda y mira que horribles son estas estrías —le digo mientras me quito la camiseta y le muestro mis imperfecciones.

—Yo no te veo gorda, y para mí, tus estrías son tus marcas de guerra después de haber llevado a mi hijo en tu vientre —me dice mientras acaricia mis imperfecciones.

Me toma en brazos y me deposita sobre la cama, tras lo que comienza a besar mi tripa.

—Tenemos que irnos Gonzalo —le recuerdo cortándole el rollo.

—Vale, pero recuerda que eres perfecta y me encantas —me dice tras lo cual me da un suave beso en los labios.

Llegamos a la playa y no puedo creer el paraíso que tengo ante mis ojos, es una playa preciosa con agua cristalina y arena blanca.

—Tengo una sorpresa para ti —me dice mientras me toma de la mano. —Ponte esto —me dice mientras me da un antifaz.

—Vale, pero no me vayas a tirar al agua o algo por el estilo —le digo mientras me lo pongo.

—Sabes que nuca te haría eso —me dice mientras me toma en brazos como si fuese un saco de patatas y yo no puedo evitar gritar por la sorpresa. —Tranquila, no te voy a dejar caer y lo sabes —me dice mientras a noto como entramos en el agua.

Tras unos cinco minutos caminando por el agua, él me baja con cuidado y me abraza por detrás.

—Abre los ojos —me dice mientras me retira el antifaz suavemente.

Ante mis ojos veo que estamos como en una especie de cueva, donde hay una cama decorada con pétalos de rosas y una cesta con lo que parecen unos aperitivos.

Yo me quedo boquiabierta por lo que veo, ya que es una sorpresa que me encanta. Cuando me giro veo que la playa llega hasta la entrada de la cueva y veo a Gonzalo mirándome con una sonrisa.

—¿Te ha gustado? —me pregunta un poco inquieto por conocer mi respuesta.

—Me ha encantado —le respondo mientras me lanzo a sus brazos.

A veces no entiendo como he podido ser tan afortunada de conocer a Gonzalo, un hombre tan atento y cariñoso que además es un padre excelente.

Gonzalo

Siento un profundo alivio tras ver la cara de emoción de Bianca, la verdad es que nunca habíamos disfrutado de unas vacaciones, ya que desde que nació Gonzalito no nos habíamos separado nunca de él y pues con un bebé como muy lejos íbamos al parque o al zoo de paseo.

Se lanza mis brazos y yo no dejo de besarla, amo cada centímetro de su piel y quiero que eso le quede bien clarito.

Le quito la camiseta y se queda en bañador y ella trata de taparse un poco avergonzada por lo que para ella son imperfecciones, pero para mí son signo de perfección.

—A ver, ¿esto es lo que no te gusta? —le digo mientras comienzo a besar las estrías que ella tanto odia.

Desato el bañador de su cuello y comienzo a bajarlo por su cuerpo mientras me deleito besando cada centímetro de su piel. Bajo completamente su bañador y me deleito durante un buen rato besando la zona más íntima de su hermoso cuerpo, mientras ella no puede reprimir los jadeos.

La beso de nuevo, y ella se aferra fuertemente a mi espalda mientras yo bajo un poco mi bañador y me introduzco en su interior.

No importa cuántas veces hagamos el amor, con ella siempre es todo tan perfecto y tan placentero que me pasaría el día así.

Me muevo suavemente disfrutando de cada segundo que permanezco en su interior mientras ella no separa los labios de los míos y me abraza cada vez más fuerte.

Alcanzamos el clímax al unísono provocando que esta velada sea perfecta.

—¿Quieres saber porque amo tus imperfecciones? —le pregunto mientras todavía permanezco en su interior.

Ella asiente levemente con la cabeza y se me queda mirando fijamente.

—Amo tus imperfecciones porque debido a ellas me has hecho el hombre más feliz del mundo, gracias a lo que tu consideras imperfecciones yo ahora tengo al hijo perfecto al que amo tanto como a ti, y para mí eres aún más perfecta que antes —le explico mientras veo como una lágrima cae por su mejilla, pero me sonríe enormemente.

—Gonzalo, me acabas de decir lo más bonito del mundo —me dice mientras le limpio suavemente las lagrimitas que asoman de sus ojos.

—Lo único de lo que me arrepiento es de no haber estado ahí para ir viendo como crecía tu tripita desde el principio, pero estoy seguro de que para el próximo no me lo perderé —le digo mientras beso suavemente la tripita.

Bianca es la chica más dulce, cariñosa y bella de este universo y me siento tremendamente afortunado de que me haya elegido a mí para pasar su vida conmigo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 08, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Carol, una sexy Sugar BabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora