Máximo era el nombre de un chico común y corriente, se había graduado hacía poco de la universidad y ahora fungía como administrador en una empresa dedicada a la producción y comercialización de productos de higiene personal llamada "Roquet". Él siempre llegaba temprano y contento a su trabajo; le gustaba el cargo que tenía, en parte porque recibía un buen salario, pero también porque su abuelo había sido un buen administrador, y al ser este su héroe él quería seguir sus pasos.
Un día cualquiera en el trabajo Max quiso ir al baño, era verano y con el calor que hacía se había visto obligado a tomarse más de cinco limonadas. Al terminar la misión se dispuso a lavarse las manos, y se percató de que no había jabón; "Vaya, estamos en una empresa que entre sus varios productos tiene jabón, y simplemente no hay en el baño" , pensó. Se dirigió a su oficina y tomó uno de los ejemplares, volvió al baño, se lavó las manos y regresó a sus labores. Minutos después sentía picazón en las manos, y fue a la enfermería de la empresa por un poco de ungüento
-¿Te picó algo?- preguntó la enfermera
-No lo sé, pero es muy incómodo
-Tal vez sea alergia, o tal vez usaste uno de estos feos productos que aquí se hacen- comentó en tono divertido, pero a Max esto le generó curiosidad
-¿A qué se refiere?
-Bueno, han venido una par de trabajadores antes también con molestias similares, creo que desde entonces no hay jabón en los baños, a mí no me consta nada, pero es un secreto a voces
Sin saber que más decir, Max simplemente agradeció y se fue, intrigado por lo que acababa de escuchar. Se dispuso a investigar un poco sobre los ingredientes con los que se elaboraban los productos.
Al ser un empleado de confianza tenía acceso a varias salas, y no le fue difícil hacerse con la información que buscaba. Su sorpresa fue grande al ver el bajísimo costo de los productos, y como no, si a leguas se notaba que la calidad de estos estaba demasiado lejos de ser buena.
Decidió hablar con su jefe y comunicarle las fallas que sus productos presentaban, pero este hizo caso omiso
-Ocúpate de tus asuntos Max, con qué cosas fabrique mi mercancía no te incumbe
¿Qué haría ahora? ¿Se quedaría sentado y de brazos cruzados? No, en definitiva no, eso no sería algo que su abuelo haría. Indignado y sumamente molesto decidió acudir a las autoridades a presentar una denuncia, pero fue ignorado por segunda vez en el día.
Ahora estaba triste por ver la falta de compromiso que la gente tenía hacia sus trabajos, y fue a un bar a calmar sus penas. Ya iba por la tercera cerveza cuando un extraño se sentó a su lado
-¿Quién te rompió el corazón, viejo?
A Max le causo gracia que la imagen que daba fuera la de un corazón roto, aunque no estaba lejos de la realidad. Decidió contarle toda la historia a aquel sujeto extraño, que por azares del destino resulto ser periodista, e interesado en su historia le sugirió publicarla, para así advertir a futuros consumidores de la marca del riesgo en que ponían su salud al usar dichos productos.
Los intentos de la compañía por deshacerse de la culpa fueron en vano, incluso intentaron mentir alegando que Max era el enviado de la competencia solo para difamar sus productos, pero se les había olvidado el pequeño detalle de que vivimos en la era digital, y Max tenia fotos como evidencia que le había enviado al periodista por whatsapp.
Y así son los finales felices, el jefe ahora está pagando sus debidos años en la cárcel, y tuvo que comprare ungüento a todos aquellos que sufrieron sarpullido por su culpa. El periodista fue ascendido debido al éxito de la nota. Y Max ahora estaba desempleado, pero su abuelo estaba más que orgulloso.
Este cuento era parte de una tarea de mi hermana, y mi mamá me obligó a ayudarla. Esta basado en el siguiente articulo:
Articulo 51. El profesional en administración denunciara por escrito, ante las autoridades competentes, situaciones irregulares y de mal manejo de recursos, independientemente de las consecuencias que esto pueda acarrear a la organización infractora y a todos los involucrados.