CAPÍTULO CINCO: UN AMOR NACIENDO

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  - Te voy a pedir que te retires de mi oficina, no se como puedes hacerme esto en mi lugar de trabajo- dijo Victoria llorando.

- Siempre es lo mismo me echas en cara que tú trabaja y yo no- gritó Guillermo.

- Bueno te ¿ha preguntado acaso como me siento yo? ¿Te ha preguntado acaso si yo estoy contenta aquí?- gritó Victoria

- Disculpen que los interrumpa, pero aquí hay un niño que no la está pasando bien por que está viendo como sus papás se pelean- dijo Eduardo con tono firme.

- Vete Guillermo, luego hablamos- dijo Victoria saliendo de la oficina y dándose cuenta que todos habían escuchado su pelea, por lo que optó por secarse las lágrimas e ir al baño.
- Y tú para la próxima no te metas-
dijo Guillermo a Eduardo colocándole su dedo muy cerca del rostro.

- Y tú ten cuidado de como tratas a la señora Victoria- le dijo un firme Eduardo.

Guillermo se quedó riendo sarcásticamente mientras que Eduardo se acercó al pequeño Nicolás que se encontraba llorando en el mueble.

- Hey Nico! ¿Por qué lloras?- dijo Eduardo acercándose 

- Por que siempre por mi culpa mis papas se pelean- decía Nico llorando

- No digas eso pequeño, es normal que los padres peleen, mira los mios siempre peleaban cuando pequeño por que yo también tenía problemas en la escuela- dijo Eduardo abrazando a Nicolás

- ¿Tú crees?- dijo Nicolás

- Claro campeón, pero dime ¿Por qué te golpeas en la escuela?- dijo Eduardo buscándole la mirada al pequeño

- Pues por que en realidad yo no me golpeo, si no los niños más grandes son los que me molestan por mis aparatos y me pegan, entonces cuando viene algún profesor amenazan diciéndome que me pegarán más fuerte si no hago lo que me dicen- dice Nicolás llorando 

- Nico tú no te preocupes, yo te voy a ayudar a que esos niños nunca más te vuelvan a pegar ni a molestar, ya vas a ver- dijo Eduardo secándole las lágrimas a Nico.

- ¿Pero cómo me ayudarás?- preguntó Nicolás

Y así fue como Eduardo sonrió al contarle en la oreja a Nicolás el plan que tenía en mente para ayudarlo.

Mientras tanto se encontraba en el baño Victoria, estaba llorando a mares sin duda se sentía destruida, cansada y humillada pero sabía que tenía que ser fuerte por Nicolás. Guillermo había sido un buen hombre pero desde que lo despidieron había cambiado totalmente con ella pero sobre todo con el pequeño Nicolás que había sufrido un accidente junto con Victoria y fue ahí cuando para recuperar la movilidad normal en sus piernas, ella se sentía realmente culpable pues a ella no le había sucedido nada sino que la peor parte se la había llevado su hijo por lo que Guillermo siempre la hacía recordar ese episodio cuando el niño presentaba problemas en la escuela.

Pronto Victoria escuchó el sonido de la puerta por lo que se secó las lágrimas para hablar.

- Señora Victoria, soy Eduardo- dijo Eduardo del otro lado de la puerta

- ¿Qué quiere?- dijo Victoria secándose los ojos

- Quiero hablar con usted- dijo Eduardo

- ¡Váyase! ¡Déjeme sola, no se meta!- dijo Victoria enojada

- ¡Ábrame! ¡O tiro la puerta!- gritó Eduardo

Victoria no quería más escándalos así que abrió la puerta con una cara de enojada, pero a Eduardo no le importaba pues se notaba visiblemente que se encontraba llorando pues sus hermosos ojos se veían hinchados.

- ¿Qué quieres?- dijo Victoria

- No llores Victoria- dijo Eduardo

- No te me acerques y ya te dije que para ti soy la señora Victoria- dijo Victoria tratando de cerrar la puerta

- ¡No!- gritó Eduardo tratando de abrazarla

- ¡Déjeme en paz!- gritó Victoria forcejeando con Eduardo

- ¡Victoria!- gritó Eduardo realmente fuerte haciendo que Victoria se dejara abrazar por él, mientras Eduardo le besa la frente mientras ella lloraba.

Así quedaron un buen tiempo hasta que Victoria subió la mirada y Eduardo bajó la mirada quedando ambos mirándose profundamente mientras los dos rostros se van acercando al compás de los olores que los envuelve, sin duda ese hilo rojo estaba acercándolos más con el paso de los minutos hasta que...  

EL HILO ROJOWhere stories live. Discover now