...Hogar...

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La luz me rodeo de golpe y me encontraba nuevamente en aquel lugar blanco, en aquella inexistencia, sentía unas irreprimibles ganas de gritar, de sacar todo este dolor fuera de mi ser, abrí mi boca y cerré los ojos. Nada, ni un solo sonido, simplemente aquel silencio sepulcral que lo inundaba todo.

Estaba rota y el dolor físico sumado a la carga emocional me asfixiaba sin piedad, me sentía desfallecer a cada segundo que pasaba y era ligeramente aterrador, pero ya no tanto como la primera vez. De pronto un pinchazo, como una punción con una aguja al rojo vivo atravesó mi pecho y un grito ahogado me sacudió todo el cuerpo, de mi boca brotó un leve hilo de sangre y las lágrimas escaparon sin control ni vergüenza de mis ojos.

Estaba hecha pedazos y me dolía todo, el mundo a mi alrededor comenzaba a formarse, veo la aldea desde lo alto y entonces me doy cuenta de que estoy cayendo sin dominio ni cuidado alguno... Me precipito a un vacío sin control, la garganta me arde y los ojos me queman.

Estoy gritando sin poder parar, sacando de mi ser todos estos crueles lamentos, todo este dolor, mi alma se siente tan pesada y mi corazón es como una dura carga en mi pecho asfixiado. No quiero estar aquí...

Me ahogo entre sollozos mientras el viento me sacude y se envuelve contra mi cuerpo, un remolino de cabellos se alza por sobre mi rostro y siento que pierdo el rumbo de mi ser, no sé cómo parar esta caída libre porque aunque lo intente parte de mi no quiere parar, no quiero morir así pero... Duele y ya no quiero luchar, este es mi tiempo, entonces ¿Por qué me lastima tanto regresar? Escuchó gritos y voces alteradas que apenas si logro reconocer antes de entregarme a la inconsciencia.

Son Lee, Tenten, Neji y Guy-sensei...



***


El mundo despierta, todo es tranquilo y poco a poco las personas de la aldea van acoplándose al nuevo día que les brinda la vida, hace cuarenta y ocho horas atrás había caído del cielo la joven Haruno Sakura, kunoichi desaparecida hace cinco meses, la muchacha había descendido inconsciente del cielo envuelta en lágrimas y nadie sabía nada de lo que le había pasado, pues ella seguía inconsciente en una de las habitaciones del hospital de Konoha bajo la estricta vigilancia de la Hokage en persona. 



Mientras en el Hospital:


Una brisa cálida entraba serena por la ventana abierta de la habitación trescientos dos, en la cama de sábanas color blanco pulcro descansa pesarosa una joven muchacha de hermosos cabellos rosados como las flores de los cerezos, de pálida piel  y largas pestañas curvadas. Hermosa pero solitaria, bella pero triste.

Un alma marchita, una flor sin dueño...

La suave brisa le saluda con empatía  mientras sacude gentil sus cabellos llamándola de regreso a la vida, al mundo real, a su hogar y pesadilla, esta mueve un poco sus ojos y finalmente los abre de golpe, tarda solo un momento en acoplarse a la realidad y entonces se rompe, agarra su pecho con fuerza, pues siente que algo lo oprime sin piedad.

Su voz se quiebra y la habitación se inunda por sus sollozos tristes y lamentos mal contenidos, le duele en el alma y no quiere sentirse así, porque está en casa, en su hogar y sabe que es el lugar al que se supone debería pertenecer, pero siente que su corazón a quedado atrás, en aquel tiempo lejano... Junto a su amado y ese pensamiento no hace más que romperla a mayor escala, porque es joven e inexperta pero sabe que le quiere.

Las puertas se abren de golpe y una agitada Tsunade entra y abraza de golpe a la joven que jadea y moquillea sin control, sus  hermosos ojos se ven rojos e hinchados, la mayor la aprieta contra su pecho y siente el pulso acelerado de la joven mientras esta con sus temblorosas manos se aferran a la espalda de la rubia.

Quiero ver la bondad en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora