Capítulo 15

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Sus manos temblaban y podía sentir como el sudor bajaba por su cuello. No sabía que estaba ocurriendo con ella, no había pasado ni media hora desde que regreso del trabajo y luego de haber chequeado a Eunha que se encontraba durmiendo en su habitación luego de haber tenido un par de contracciones comenzó a sentirse mareada y con el corazón acelerado.

Se sintió de esa manera por un par de minutos hasta que su estado normal regresara. Sowon sabía que algo malo iba a suceder, no tenía la menor idea de cómo sería o cuando sucedería y con quien, solo sabía que algo malo iba a suceder.

No dejó de pensar en ello, quería intentar recordar que era lo que le esperaba, raramente no debería de intentar recordarlo ya que es un suceso totalmente inesperado y se supone que jamás ha pasado, pero una parte de su cerebro lo sabía y este no quería dejarla saber.

[...]

Rara vez sucedía.

Ahora se encontraba en la pizzería cerca de su departamento, y si SU departamento ya que Eunha le había pedido explícitamente una pizza de ese local. No habría sido problema para Sowon, pero lo era ya que a una cuadra del departamento de Eunha se encontraba una pizzería.

Lamentándose se dirigió hacia el local, aún seguía un poco angustiada después de ese raro sentimiento de que algo andaba mal.

Luego de salir con ya la pizza en sus manos decidió detenerse por unos segundos. Necesitaba respirar.

Su cabeza estaba hecha un lio, aunque no quería admitir que había perdonado a Eunha hace bastante tiempo, no podía evitar sentirse mal por aquello ya que como decían sus amigas Eunha y ella parecían pareja. Y ese era el problema, ellas no eran pareja y su relación no iba más allá de la amistad, evitaban todo contacto físico innecesario o miradas intencionadas de amor o algo por el estilo. Sowon sin embargo no quería admitir que estar con Eunha la volvía tan vulnerable y el sentimiento de protegerla, cuidarla y mimarla como lo hacía antes persistía y no la dejaba siquiera en pensar salir con otra persona.

Rota. Destrozada. Dolida. Traicionada. Eso era lo que Eunha dejo en ella cuando se embarazo de otro hombre que ni siquiera conocía, lo estúpido era que Sowon había permanecido allí sin quejarse, decir alguna grosería o siquiera maldecir a Eunha. Estaba enamorada hasta los pies, ¿qué más podía hacer? Era el amor de su vida o al menos eso pensaba.

Era dañino saber que el amor que tenía por Eunha era tan toxico, no quería darse cuenta de ello, tampoco quería admitirlo. Era un amor que la dañaba y destrozaba, pero aun así Sowon estaba dispuesta a sacrificarse por ello.

Eunha. Ese nombre, no había entendido las palabras de Sana en su sueño o lo que sea que allá sucedido.

"Es tiempo de que dejes de victimizarla y que te des cuenta de que tú eres la víctima"

Jamás había pensado en ello, pero ahora, ¿No era extraño que sus amigas se enojaran tanto con ella sobre el supuesto casi beso con su secretaria y no con Eunha cuando se enteraron de que estaba embarazada de otra persona? Solo Eunbi la había apoyado, y estaba segura de que si ella no fuese su mejor amiga quizás también habría estado del lado de Eunha. Se sentía mal, estaba pensando demasiado en ello, creando malas imágenes sobre Eunha en su cabeza e indirectamente suponiendo que Eunha estaba manipulándola.

Estaba mal, ¿verdad? ¿O no lo estaba?

Desechó esos pensamientos, no sabía cuánto tiempo se había quedado parada enfrente de la pizzería, pero debía volver o Eunha se enojaría y la pizza se enfriaría. No quería comer sola.

Al cruzar la calle, se podría decir que tuvo suerte o era realmente una maldita maga ya que, casi llegando al otro lado de la calle, un ciclista casi choca con ella al parecer sus frenos se habían cortado. Agradecía ser ágil en esos momentos, podría haber terminado con algún hueso roto.

La pizza... Se encontraba en el suelo y ahora necesitaba comprar otra, la maldita pizza que tardo treinta minutos gracias a que el lugar estaba totalmente lleno. Ahora debía esperar otros treinta minutos o más.

Tenía un día de basura, su mala suerte salió a flote, cuando conducía el tráfico estaba colapsado y había tardado un año salir del aparcamiento ya que al parecer una ancianita estaba intentando salir, pero para su mala suerte esta chocó con otro auto, manteniendo la salida del aparcamiento totalmente ocupada por los dos autos. Espero más de una hora para que ambos autos salieran, habría sido más rápido, pero cuando la anciana y el señor del auto chocado hablaron para solucionar el problema, parece ser que una señora había quedado sin batería en el auto y ¡sorpresa! El maldito señor del auto chocado, ¡la ayudo! Sin siquiera mover su maldito auto de la salida. Al final la pizza se había enfriado y Eunha se había comido una sopa instantánea.

Estaba a punto de matar a alguien, pero resignada tuvo que comer la pizza sola, sentada en el sofá mientras veía una película.

[...]

Los días pasaron y así como las semanas, Eunha ya tenía unos ocho meses de embarazo.

No había sucedido mucho, Sowon dejó de escuchar las voces en su cabeza y ya no tenía más pesadillas. Todas esas cosas habían desaparecido unas semanas después de ese sentimiento de que algo malo iba a suceder, todo había desaparecido excepto por el sentimiento y la angustia de no saber qué iba a pasar con ella.

Sowon estaba caminado de regreso hacer las compras, cuando su teléfono sonó. Era Yerin.

–Sowon, Eunha–la voz sonaba desesperada.

–¿Que? ¿Eunha? ¿qué sucedió con ella? –su tono de voz era calmado.

–rompió bolsa–el tono de Yerin era intranquilo–voy hacia el hospital ahora–indicó.

Sowon agradecía haber salido a comprar a pie y dejar el auto.

–Voy para allá–Sowon le contestó, ahora su tono no era tranquilo y sentía nervios.

–Vale, no te demores–dicho esto Yerin corto.

–¿Y ahora como rayos llego al hospital? –preguntó viendo hacia las calles con las bolsas en la mano, no había ningún maldito auto y no había ningún taxi cerca.

Se maldecía mientras corría en dirección al hospital. Se detuvo para tomar una bocanada de aire, estaba agotada y aún le quedaban más de cinco cuadras para llegar, ningún maldito taxi pasaba por la calle. Subió su mirada, quedando perpleja. Aquella niña que veía en sus sueños estaba parada enfrente de ella en la otra calle, rebotaba una pelota saltarina en el asfalto. El tiempo se detuvo y busco a la madre de la niña, estaba mirando una vidriera de una tienda sin prestar atención a la niña.

De un momento a otro su preocupación ya no era Eunha.

Miró a la niña que había rebotado mal la pelota saltando fuera del asfalto hacia la calle, la niña corrió tratando de alcanzarla quedando en medio de esta. Sowon corrió hacia ella, la abrazó mientras veía la luz del auto acercarse.

Ese era su fin, luego todo se volvió negro.

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De verdad que siento mucho no haber actualizado esta historia, he tenido algunos problemas por lo cual se me ha hecho imposible actualizar.

Gracias por seguir leyendo la historia, de verdad que lo agradezco. 

¿Mejores Amigas? | WonHaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora