-Señorita Cooper, ¿Sería tan amable de traerme un "pastelito"?-la forma en que pronunció la última palabra erizó mi piel, algo no andaba bien, ese tono y palabra me traían recuerdos opacos que quería borrar de mi mente.
Tragué saliva con dificultad ante las palabras del cliente, suavemente me giré mirando a Jeremy, algo no anda bien, tengo un mal presentimiento.
Mis piernas temblaron bajo la impaciente mirada del mayor sobre mí, todo mi cuerpo gritaba pavor al igual que su mirada proclamaba peligro, era lista, sabía leer bastante bien las expresiones de las personas, y podía afirmar totalmente segura de ello que el Señor Jams tenía algo macabro pasando por su mente y pesé a no querer descubrir que rondaba los pensamientos del hombre, mi trabajo me obligaba a asentir y obedecer, cosa, que con cada centímetro de mi piel tenso, llevé acabo.
Entré en la cocina con ya no solo la mirada de Michael sobre mí, sino también dos pares de ojos más cuyo peso sobre mis hombros era más leve.
Con manos temblorosas tomé un pastel casero que hacía unos segundos Mark había terminado de preparar y lo serví en un pequeño plato de café junto a una cucharilla, me apoyé con la cabeza baja tomando aire antes de salir de la cocina, lugar en donde me sentía protegida de ese constante escaneo por parte del cliente.
Me disponía a salir cuando Mark me tomó de la muñeca y me giró hacia él...
-No te pasará nada-el susurro que escapó de sus labios erizó cada pequeño bello de mi piel, "Nada pasará", tenía el presentimiento de que si pasaría algo y no solía equivocarme. Asentí y salí.
Coloqué el dulce frente al cliente y estaba dispuesta a escabullirme cuando de pronto una mano se estampó centímetros por debajo de mi espalda baja, dejando un fuerte escozor en mi trasero. Un gruñido salió de los labios del señor Jams y pude diferenciar cada palabra que salió de esa repugnante boca...
-Que buena estás zorra-palidecí con los ojos como platos, no podía moverme, estaba paralizada, la zona donde su mano se estampó ardía, me sentía asqueada y deseosa de perderlo de vista, de soltarle varias palabras obscenas y desagradables de oír, pero temía perder mi trabajo. El vacío y humillación que llenó mi pecho no era nada en comparación con el sentimiento de repudio que sentía hacia ese ser detrás mía-¿qué pasa nena? ¿Te ha gustado tanto qué quieres otra?-hay fue cuando reaccioné y prácticamente corrí hacia detrás de la barra resguardándome tras Jeremy con los ojos ardiéndome, deseosa de derramar las lágrimas, pero no me vería débil ante el depravado.
-Ese no es modo de tratar a una señorita que está llevando acabo un servicio hacia usted-la firme y seria voz de Jer invadió mis oídos mientras que su mano buscaba la mía detrás de él, rápidamente entrelacé nuestras manos buscando apoyo.
-Pero si a ella le ha gustado, no me digas que nunca has pensado en hacerlo tú mismo-la sonrisa arrogante del mayor combinada con la áspera voz que se coló por mis oídos heló mi piel.
Jeremy respiraba como un toro desbocado apretando mi mano, llevé mi mano a la parte de atrás de su camiseta y la agarré, intentando no solo tranquilizarlo a él, sino también el fuerte temblor que invadía mi ser.
-Señor Jams le invito a abandonar el establecimiento, por favor-murmuró el menor con un semblante serio, pero sin perder su habitual amabilidad, aunque pesé a ello un tono amargo tiñó su voz.
-¡¿Tú quién te crees qué eres para hablarme a mí así camarerucho?!-el tono del cliente se elevó varias octavas haciendo que me asustara y me escondiera aún más tras la amplia espalda de Jeremy, aún aferrada a su camiseta y a su mano como si lo vida dependiera de ello.
-Michael no me agrada que traten así a mis empleados, al igual que no es correcto tratar así a una señorita, como ya mi hijo recalcó antes, así que le pido pacíficamente que salga de mi cafetería y que no vuelva o me veré obligado a llamar a la policía para que ellos se encarguen de su desalojamiento-una profunda y correcta voz llenó el local, Billy, un señor no muy mayor vestido de traje y perfectamente peinado con una mirada fría, pero con un toque dulzón.
-Total, hay mejores cafeterías-refutó para lanzarme una última mirada y marcharse, aunque antes quiso torturar mi mente una última vez-Te dije que te encontraría "pastelito".
Al verlo salir sus palabras chocaron en mi mente cobrando sentido y finalmente caí al suelo sin siquiera percatarme, simplemente mis piernas fallaron, al segundo tenía a Jeremy, Tobías y Mark a mi alrededor consolándome mientras que las lágrimas rodaban mis mejillas.
Imágenes traumáticas rondaron mi mente como si de una fina película se tratará, pasando lentamente frente a mis ojos, recuerdos de noches desvelada llorando tras actos impuros obligados sin tomar en cuenta mi opinión, nunca pude alzar la voz o ni siquiera hablar, solo podía quejarme y lo único que salían de mis labios eran leves balbuceos que quebraban mi ser poco a poco dejando en mi no sólo huellas físicas, si no también psicológicas, traumas que a día de hoy perduran, la causa de que no deje a ningún hombre tocarme o ni siquiera acercarse a mí, solo a esas cuatro personas que se encontraban frente a mí preocupadas, enfurecidas e inquietas.
Jeremy intentó abrazar mi cuerpo careciente de vida y de mirada perdida, pero mirándolo con pavor me aparté un poco sollozando, él lo volvió a intentar y al ver que esta vez no me moví me abrazó acariciando mi cabello mientras recostaba mi sien en su pecho, escondiéndome. El peso de su barbilla recayó en mi coronilla mientras con mi más desgarrador llanto me aferré a la tela de su camiseta, atrapándola en mis puños.
Siempre supo consolarme en esas noches de incontrolables lágrimas recorriendo mis mejillas, en todo momento estuvo ahí, a mi lado desde escasa edad y gracias a Billy es que sigo viva ya que fue él quien me brindo hogar y trabajo cuando mi padrastro se cansó de mí y me echó.
Pero aún así la pesadilla no cesó hasta hace unos meses, pues él me buscaba e incluso una noche en un bar me drogó y abusó de mí en un momento de despiste de Jeremy, quien nunca se perdonó el despiste.
La realidad me golpeó abruptamente haciendo que me quedara petrificada, con cada poro de mi piel estremecido, ¿podía ser esto verdad?
Ese cabello grisáceo, esos ojos de un color verdoso muy similar a los míos pero con un brillo pecaminoso que siempre erizaba mi piel, con una fina barba de varios días pero cuidada, perfectamente vestido con traje siempre, ¿Cómo no me di cuenta de que ese rostro ya lo había visto?
Mi piel se estremeció ante mi descubrimiento, el Señor Jams en verdad era mi padrastro, James Cooper. Y os preguntareis, ¿si es tu padrastro como tienes sus mismos ojos? Es algo complicado y turbio, mi padrastro es mi tío biológico, por eso poseo algunos rasgos en común, resulta que mi madre se enamoró de mi tío tras la muerte de mi padre y terminaron juntos tras el paso de los años, pero siempre me dejaron totalmente claro, que pese a que mi padre y tío eran gemelos, en lo que a personalidad respecta eran el día y la noche y en eso yo era la copia exacta de mi padre, William Cooper.
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Enamorada de mi acosador (Reescribiendo)
Teen FictionSiempre tuve la sensación de estar siendo observada... Pero nunca imaginé que fuera más allá de mi loca imaginación... Hasta que me volví su nuevo entretenimiento... Llevaba años observándome desde las sombras o quizás lo había visto, pero como soy...