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Luego de un juego de mesa improvisado, varios golpes por parte de "Abusivo" Jongin y las cinco veces que Kyungsoo alisó mi ropa ya estaba listo para abandonar aquel apartamento del desolado piso 25 con dirección a mi residencia. No esperaba tomar el subterráneo a estas horas de la noche, con suerte conseguiría un taxi. Aún tenía el vívido recuerdo del ataque que tuvo Yixing frente a mí, no me dejaba pensar con claridad en mis intentos de llamar un vehículo.

Varios intentos fallidos, más otra ráfaga de brisa mojada y ya estaba entrando en mi apartamento. Tan vacío como yo, tan solo como yo. Ni me inmuté a encender las luces, ya tenía la ruta en mente. Baño, cama. Quería que este día acabara cuanto antes, para que cuando amaneciera, mi mente estuviera vacía y tranquila.

Me tomó más tiempo del que requiere una ducha tomarla. Mis ojos pesaban terriblemente. Ajusté mi pijama y me lancé directo a la cama, cubriéndome por completo. La brisa fría de la noche me recordaba que debía cerrar la ventana, pero mi cuerpo estaba demasiado exhausto para hacerlo. Mi rutina habitual consistía en ir al trabajo y regresar, no incluía una visita a un paciente que pierde la cabeza por mencionar tres simples nombres, ni mucho menos incluía a tres guardias y un cuidador que era más cuidadoso que su propio distintivo.

Las rutinas cambian, eso supongo.

Justo cuando lograba conseguir ese punto perfecto para quedarme dormido, el trance vino a mi y azotó mi mente sin cuidado. Estaba perturbado. Cualquier pista de sueño se fue de mi cuerpo cuando sus ojos marrones decorados por aquella pintura roja me observaban desde el suelo suplicantes por creerles, mientras los balbuceos de su boca retumbaban en mis oídos sin cesar. Me levanté de golpe y sentí mi cuerpo tambalearse. Esto tenía que ser una jodida broma.

Si antes no encendí las luces, ahora tendría que hacerlo. Fui a la cocina por algo para relajarme y tratar de conciliar el sueño ya perdido, y vi la hora en la radio. ¿A qué hora había vuelto del apartamento de Zhang Yixing? Si mal no recuerdo me tomó menos de una hora llegar aquí y tomar un baño. Sin contar los cinco minutos en los que tuve sueño. Que marcara la una de la mañana era realmente alarmante. Preparé un té de manzanilla, el café empeoraría las cosas en cuanto a mi repentino insomnio. Mi mente no se concentraba en poner la bolsita de infusión en el agua caliente, y estuve a punto de resignarme hasta que el olor de la misma me hizo viajar a un momento especial.

–¡Con cuidado Suho, te puedes quemar! -dijo el chico de cabello castaño divertido-.
–Es solo manzanilla Jonghyun, la bolsita en el agua -tranquilizó el pelinegro a su intranquilo amigo-.

Ambos disfrutaban estar en la cocina, y preparar la tan adorada manzanilla de Jonghyun. Pero lo que más disfrutaba Suho era ver en paz a su eterno amor.

–¿Te sientes mejor? -preguntó acabando su taza de infusión-.
–Las pesadillas se fueron justo como el té en mi taza -río risueño Jonghyun-.
–Listo, a dormir -invitó el pelinegro-.

Los dos durmieron tranquilos esa noche, con el olor de la infusión aún rondando la casa. Con el aura de amor rodeándolos.

El café negro se había encargado de borrar aquel sabor, pues ya no lo recordaba. Al probarla, no se sentía igual que hace un par de años, se me hacía amarga. Y recordé el por qué había dejado de tomarla. Sólo con Jonghyun se me hacía dulce. La hice a un lado y volví a mi habitación, intentando una vez más alcanzar el sueño. Pero ahora eran esos momentos especiales con el los que rondaban mi mente. Por suerte, fueron los que me ayudaron a dormir.

Ni sabía qué tan tarde por la mañana era, hasta que los rayos de sol por mi ventana eran muy fuertes. Somnoliento busqué mi teléfono en la mesita, estaba apagado. Ni encendió totalmente cuando las notificaciones llegaban y llegaban, entre mensajes y llamadas perdidas. Las 10:30 am. Más notificaciones. ¡Las 10:30 am! Me levanté como alma que lleva el diablo y fui a bañarme, cepille mis dientes y volví a salir. Rápido me vestí, preparándome mentalmente para el regaño próximo por parte de Leeteuk. Era viernes, el último día de la semana y el más ocupado. No vi el amanecer, no oí las noticias, no tomé café. Dejé todo tal cual como estaba y en una odisea por llegar al ascensor, ahora yo era el desesperado porque no cerraran.

reverse psychology; sulay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora