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El fin de semana acabó tan pronto como había llegado, Ochako había pasado buenos momentos con sus padres, especialmente después de ganar seis de nueve partidas contra su padre en los juegos de mesa. No obstante, pronto tuvo que partir de regreso a la capital en el último autobús del día, con los auriculares puestos y meditando sobre los pesados textos atrasados que la esperaban sobre su escritorio en el departamento.

A esta hora, su WhatsApp reventaba con cientos de mensajes en el grupo de alumnos de Psicología donde más de uno preguntaba que tareas tenían para el día siguiente y otros clamaban por resúmenes de textos que no habían leído. Ochako no se molestó en leer más allá de los primeros mensajes, si bien chequeaba de vez en cuando la app, se debía más bien a que esperaba un mensaje de Iida quién se había ofrecido a buscarla; ella era consciente de que su novio siempre cumplía con sus compromisos, se tratasen estos de ella, la universidad o su familia—especialmente éste último—, pero no podía evitar preocuparse por si algún evento inesperado sucediera de pronto.

Afortunadamente nada de eso sucedió, el tren llegó cinco minutos antes de lo estimado y cuando dieron las nueve en punto, Ochako pudo ver el auto de Iida estacionado justo frente a ella. De él salió su novio, alto y esbelto, vistiendo una chomba azul que hacia juego con sus ojos, pantalones de mezclilla y zapatos marrón claro. Ella le sonrió ampliamente, él devolvió el gesto más levemente antes de moverse a la senda peatonal dispuesto a cruzar la calle. Sin embargo, Ochako se precipitó hacia la calle también, buscaba evitarle a Iida la molestia de cruzar solo por ella.

Una vez se encontraron frente a frente, la castaña fue la primera en saludarlo con un beso en la mejilla, él se tensó un segundo, una ligera vergüenza que a Ochako siempre le causaba una graciosa ternura; Iida le pidió de inmediato mochila para  guardarla en el malatero.

—No, esta bien así—negó con la cabeza ella—, puedo ponerla en el asiento trasero, gracias Iida-kun.

—Está bien, ¿Vamos entonces?

Ochako asintió, ambos se metieron al auto e Iida le recordó que debía usar el cinturón de seguridad. Los primeros minutos fueron silenciosos, Ochako sabía que el peliazul se tomaba muy en serio manejar, siempre cuidadoso y atento para evitar accidentes o cometer alguna infracción de tránsito.

 —Entonces... ¿qué tal ha ido el fin de semana? ¿cómo están... tus padres?—se aventuró a preguntar Tenya una vez estuvieron en la ruta.

—Excelente, trabajando duro como siempre. ¿Cómo te ha ido a ti?

—Bueno, tuvimos una reunión familiar en casa de mi hermano—respondió deteniendo el auto en el semáforo en rojo.

—Oh, ¿algo sobre la compañía?

—Sí...

Iida calló un momento, dudando de que decir, Ochako observó que sus manos se aferraron un poco al volante, apretándolo ligeramente. Hacía bastante tiempo que ella no lo veía nervioso por decirle algo, diferente a cuando comenzaron a salir cuando Iida era recto al hablar, como si pensara cuidadosamente cada palabra por miedo a meter la pata. Después de varios meses juntos, Ochako pensó que los silencios incómodos se habían ido; pero las viejas costumbres nunca mueren diría su madre.

— ¿Está todo bien?

—Sí, sí, solo... Tú sabes, esas reuniones son demasiado importantes y si bien no tenemos nada que ocultar no se hasta que punto puedo hablar sobre lo que discutimos — parecía hablar cada vez más rápido—. Además, probablemente te abrirías de mis discursos.

Uraraka soltó una risa antes de negar con la cabeza, a veces Iida podía ser tan inocente. La verdad era que ella no estaba tan interesada en los asuntos de negocios, pero si le gustaba escuchar al peliazul pues había algo en aquella voz grave que la hacía prestarle atención, incluso cuando luego recordara poco de los temas "importantes".

—Saber que todos estan bien es suficiente para mí —se atrevió a sonreír.

El tiempo se les pasó volando y en poco tiempo Iida se vio estacionando frente a la recidencia estudiantil.

—Te ayudaré a llevar tus cosas.

El peliazul apagó el motor del auto, bajo pronto y se dispuso tomar la maleta de Uraraka del asiento trasero para luego abrir la puerta a su novia. Incluso si Ochako aseguró que podía cargar su propio equipaje, Iida insistió en cargar con la maleta y acompañarla a su departamento. La castaña agradeció poniéndose en marcha, el campus estaba vacío por aquellas horas, pues era un poco tarde, una ligera brisa fresca acariciaba los cabellos de Ochako y ella aprovechó la oportunidad para pegarse al brazo libre de Iida. Él se sorprendió por un segundo, más luego le sonrió. Juntos llegaron a la puerta de Uraraka, donde la muchacha se adueñó de la maleta.

—Gracias por traerme Iida-kun—se apresuró a agradecerle con un pequeño beso de puntas de pie pues su novio era al menos veinte centímetros más alto.

Cuando se separaron, se vieron en esa silenciosa incomodidad que buscaba las palabras adecuadas para la despedida. Parecía que Iida hablaría primero, por lo que Uraraka esperó paciente su deseo de buenas noches, sin embargo lo que su novio comentó la dejó sorprendida.

—Hay... Algo importante que discutimos en la reunión—se acomodó las gafas—. Verás, Uraraka-san... Mi madre quiere conocerte asique me pidió que te invite... a la fiesta de primera que organiza mi familia.

— ¿Eh?—fue lo único que ella pudo contestar.

—Es un almuerzo que la familia Iida hace todos los años, con amigos y colegas del negocio, no estás obligada a ir por supuesto.

— ¡No, no! Es una gran noticia —rió ella rascándose la nuca—. Sólo me tomaste desprevenida, iré claro que sí.

Iida soltó un suspiro de alivio, liberando el aire que tuvo guardado por unos segundos.

—Gracias, que tengas buenas noches.

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Please do not hate me :'v

Esta vez quise que nos acerquemos un poquito a la relación de Ochako pero ¡bajen sus antorchas! (Okno el fandom izuocha es lo mas cute que existe, los amo! 💜) Deku volverá pronto I promise!

Alice fuera!

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⏰ Última actualización: Jan 15, 2019 ⏰

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