Capítulo 4

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Al llegar a mi estudio lo recorro dando pequeños saltos, ligeramente feliz por la decisión que he tomado. Este pequeño y lúgubre cuarto ha sido el regalo de mi padre. Tengo únicamente lo que pienso que es básico para hacer mi música. Tengo una silla, un computador, y la pared adornada con mis logros.

Ahora algo me agobia, el contarle a mi familia de lo que he decidido. Quiero esperar a tener todo en orden para contarles, así que apago mi celular para no ser molestado por nadie.

Me siento temeroso y lleno de emociones contrarias, haciendo que mi mente se pierda, alejado del momento y lugar en que me encuentro, por lo que decido prepararme para la conversación que tendré con ellos no quiero cometer un error al elegir las palabras.

Mientras voy arreglando el guión en mi mente, pienso en las posibles reacciones que pueden tener, camino de un lado a otro repitiendo constantemente en voz baja "todo va a estar bien".

No deseo agobiarlos con mis pensamientos y acciones, aunque pocas veces soy honesto con ellos y les informo de mis decisiones pero esta vez realmente siento que necesito sincerarme.

Estoy temblando como si tuviera frío, me gustaría tener congelado el corazón para no sentir nada.

Mientras practico, mi cerebro se bloquea, la ansiedad crece dentro de mí, comienzo a morderme las uñas con desesperación, posteriormente con un poco más de fuerza me muerdo el dedo índice hasta calmar estos nervios, sintiendo un ligero escalofrío recorrer mi cuerpo, como si disfrutara de este dolor. Sin embargo, la sensación se vuelve más intensa y difícil de apaciguar, mis ideas están chocando, quiero concentrarme más así que golpeo mis piernas con tanta rudeza que siento ese escalofrío otra vez, recorriendo mi espalda hasta llegar a mi cabeza, pero...

¡No es suficiente!

Así que de repente me encuentro golpeando mi cuerpo contra la pared, para después raspar mi mano contra las esquinas de los muebles frente a mí, hasta que finalmente, las lágrimas comienzan a brotar. Otra vez fui débil, me dejé caer ante la locura, el miedo y la frustración.

Me recargo en la silla, ya no estoy llorando de tristeza, porque ni siquiera comprendo por qué estoy llorando, ahora me siento vacío, realmente como un tonto.

Creí que un día sería suficiente para sentirme bien y reunir a mi familia, pero no fue así, cada día era difícil. Era un ciclo que me consumía para llegar al mismo lugar, siendo incapaz de tomar el valor y sentirme seguro.

Una semana tardé en controlarme mientras hablaba, sin trabas al momento de decir algo. Así que finalmente decidí llamar a mis padres y hermana.

Al mirar mi celular tenía muchos mensajes de mi madre preguntando si me había tomado el medicamento, si estaba bien, si había comido. No podía contestarle durante la semana, porque nos habría causado un dolor mayor, leer sus mensajes me habrían puesto en una situación peor, cayendo ante la oscuridad, dejando recorrer la sangre por mis brazos, y no quería eso.

Después de que respondieran que vendrían a mi estudio, me siento nervioso, puedo sentir como mi estómago se encoge y me dan ganas de correr lejos, de romper algo, de quebrarme. Pero necesito ser fuerte, para que logre hacer esto.

Escucho el timbre, han llegado. No creí que tendría el valor de dejarlos entrar, ni de mirarlos siquiera. Al entrar mi madre me abraza, tengo ganas de alejarla, porque si ella me toca provocara que mis piernas tiemblen, mis nervios crezcan y mi miedo... nuble todo.

Quiero ser directo así que los hago sentarse en un rincón de mi pequeño estudio. Mi padre observa mi lugar de trabajo, cada parte la mira minuciosamente, luego me mira a los ojos y me dice:

- Así que este es el lugar que te mantiene feliz.

Miro a mi madre quien me da una ligera sonrisa también. Mi hermana solo se sienta en la silla, yo la observo, pensar que unos días antes era un objeto de tortura y liberación.

Mientras yo estoy absorto en mis pensamientos la voz de mi padre me regresa al mundo.

- Bien, ¿qué querías decirnos?

Mis labios comienzan a temblar, al mismo tiempo lo hacen mis manos. Para contenerlas hago puños y entierro mis uñas en mi piel. Más tranquilo puedo mirar a los ojos a mi madre, está preocupada por mí, ella sabe lo que estoy haciendo para calmarme, así que su mirada refleja una profunda tristeza. ¡Debo resistir!

Después de 2 minutos que parecieron una eternidad muevo mis labios gesticulando palabras, estoy tan perdido que no estoy seguro si son las que ensayé pero no importa siempre y cuando la idea se entienda.

Mi madre me mira, sonríe y dice que me apoyará. Mi hermana asiente también mientras me lanza una mirada de aprobación. Parece ser que logré que me entendieran, ahora falta que él me diga algo.

La respuesta de mi padre, con su voz ronca y grave que lo caracteriza cuyo tono siempre fue cálido y al mismo tiempo temible para mí, se convierte en una pregunta que me es difícil responder.

- ¿Eso te haría feliz?

Me mira a los ojos de cierta forma sereno. No creo que pueda responder a eso, me rasco la cabeza intentando pensar en una respuesta. Y él vuelve a hablar:

- Me refiero a que si participar en este programa te hará feliz. ¿Sino llegas a ganar no te sentirás deprimido? Verás, tu madre y yo vivimos cada día preocupados por ustedes, nuestro hijos, los queremos mucho, pero hay ocasiones en que te vuelves nuestra principal angustia. No sabemos lo que pasa por tu cabeza. Verte sufrir nos lastima demasiado. Sabes que pocas veces digo lo que pienso y tal vez por ello sientes que soy indiferente, aun así yo realmente te amo hijo.

Mis ojos comienzan a arder, mis mejillas están húmedas, estoy llorando. Las palabras de mi padre acribillaban mi corazón, el dolor estaba ahí, pero más aún el saber que era querido me ponía de cierta manera feliz.

Antes de que siquiera pudiera voltear a verlo de nuevo se acercó a mí y me abrazó, luego se unió mi madre y mi hermana fue arrastrada a eso también. Pude notar lo mucho que me querían, si tan solo esa cantidad de amor tuviera para mí mismo...

Nos separamos y mi padre volvió a hablar:

- Nosotros somos tu familia, y te apoyaremos en lo que necesites, recuerda que no estás solo, estamos contigo. Eres nuestro preciado Byeongjae. Solo te pido que seas cuidadoso con tus acciones, no puedo pedirte que no sufras, pero haz lo que puedas, esfuérzate mucho. Ante nuestros ojos eres el mejor rapero del mundo, no, más bien, tú y tu hermana son los más grandes artistas.

Todos sonreímos, ya no me sentía nervioso, ahora podía enfrentarme al nuevo reto que me propuse. Daría lo mejor de mí para no defraudar su confianza, para no decepcionarme de mi mismo.

Él cambió mi vida (HaXen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora