Un día como cualquiera

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Martes 6 de mayo del año 2016.
Es un día cualquiera para dos chicos que estaban en secundaria, Alexander de 16 años y Franco de 17 años. Salieron del colegio a las 10:35 ya que el profesor de matemáticas faltó. Como Franco tenía a sus padres de viaje quedaron en reunirse en su casa.
Esperaron el colectivo juntos, no tardó en llegar, subieron, y para su sorpresa estaba casi vacío, se fueron al fondo a la esquina, del lado de la ventana ya que había asientos libres y no mucha gente.

—Hoy es Martes —dijo Alexander con una sonrisa—.
                                         
—Si, lo sé... No hacía falta aclarar eso idiota —dijo Franco mientras miraba hacia la ventana—.

—¿¡Sabes que pasa los martes!? —dijo con gran fascinación, Franco lo mira y se pone serio—.

—¿Se estrena un nuevo capítulo de tu anime favorito? —le respondió y después hizo una mueca burlona—.

—¡No hablo de eso tarado! —se sonroja y desvía la mirada—.

—Bueno... no... No hacía falta insultar... Ni gritar —lo mira con mala cara—.

Alexander indignado responde rápido:
—Pe-pero si tú empezaste insultando, ¿Te olvidas?

—Ah, es verdad... Bueno ¿Qué pasa hoy?

—¡Hoy voy a ensayar! —pone una sonrisa infantil—.

—¿Ensayar?

—Si, ensayar... ¿Sabes que es ensayar, no? — suelta una pequeña sonrisa, burlándose—.

—Oye no soy especial ni nada, obvio sé lo que es ensayar.

—Entonces por que dices "¿Ensayar?"

—Me refiero a que vas a ensayar... Para empezar ¿Haces algo además de ir al colegio?

—Mmmmmm... ¿Que crees que hago todo el día? —lo mira curioso—.

—Llegas a casa, comes, y después juegas Dota 2, luego ves vídeos de YouTube... Y así hasta que tu mamá te diga que hagas algo útil, como ordenar tu habitación, por ejemplo.

—!No soy tan vago! —le da un golpe en el hombro, tan débil que Franco ni se inmuta—. Además ya no juego a mi computadora... tanto tiempo... Ya estoy madurando, creo —dice Alexander dudando—.

—Si, seguro —lo dice de una forma poco convincente—.

—¿No me crees? —pregunta Alexander con un ligero desprecio—.

—Si, si, te creo... Bueno, como te decía... ¿De qué ensayo hablas?

—No te hagas... ¡De música! ¿Qué más podría ser?

Franco empieza a enumerar con los dedos.
—Un ensayo de teatro, de boda, química, una tarea, una re-

Interrumpe Alexander:
—¡Bueno bueno! No sabía que había tantos ensayos... ¡Dios!

—No metas a Dios en esto, el pobre ya tiene muchos llamados —Alexander cambia su tono de voz—.

—¿Crees en Dios?

—¿Por qué esa pregunta?

—No lo sé, me entró curiosidad.

—Bueno... Es complicado —Suelta un ligero suspiro—.

—Jajajaja ¿Por qué sería complicado?

—Después te cuento, en la próxima bajamos.

—Bueno~

Se levantan de sus asientos y tocan el timbre de parada, bajan del colectivo, caminan por una calle llena de casas antiguas y grandes.

—¡Ya está! Ahora dime porqué.

—Mi familia es religiosa, de pequeño fui criado así... Y creo que se me pegó eso, o al menos algo, ahora no creo en esas cosas...
Pero tengo esa duda, si existe o no.

—Ah... Ya veo, que cosas ¿No? La vida existencial Jajajajaja.

—"Vida existencial" Jajajajaja, que tonto.

Alexander mira los alrededores como si un niño estuviera en una jugueteria.
Pregunta temeroso:

—¿Por aquí vives?

Franco se queda callado y sigue caminando, se detiene en una casa grande y vieja.

—Aquí es, entra —saca la llave y abre la puerta—.

Alexander mirando la casa (la parte del tejado) pregunta:

—¿Esta es tu casa?

No se había percatado que Franco había abierto la puerta.

—Si, pasa...

—...—se queda quieto y en silencio, observando la casa—.

—¡Dale! —grita Franco—.

—Es que es tan grande, nunca me invitaron a una casa tan grande—hace una pequeña pausa—. Nunca me invitó un amigo a su casa...

—Jajajajaja. ¿Nadie? Bueno, era de esperar, debe ser difícil hacer amigos con esa cara.

—Oye no me digas feo, que para eso tengo mi espejo... Además tu eres mi amigo, así que eres igual de feo que yo—lo dice con orgullo—.

—Puede ser, tal vez por juntarme contigo no tengo novia. —pone una sonrisa forzada—.

Alexander apoya su mano en el hombro de Franco, y pone una cara alegre.

—Amigo mío... Serás virgen toda tu vida—pone una sonrisa—.

—Cállate y pasá.

Le aprieta fuertemente la muñeca a Alexander, tanta era la fuerza que su mano se estaba tornando de otro color.

—Bueno no te enojes, era una broma —se pone nervioso, e hizo un forcejeo para lograr soltarse de Franco—.

Alexander entra a la casa de Franco.
—Eh... Al parecer me encontré un amigo rico.

—No encontraste a nadie, yo te empecé a hablar, te veías tan sólo que me dabas pena —se ríe—.

—Mejor hagamos la tarea y no me ofendas más...

—Bueno ¿Trajiste lo que te dije?

—Si, espera, esto no, tampoco —saca cosas de su mochila—, no me me digas que no lo traje... ¡Aquí está!

—Dame —observa la cartulina—, pero esta toda doblada... Bueno da igual, nosotros queremos el seis y ya.

—Claaaro como siempre Jajajajaja.

—No sé dónde llegaremos así, pero mientras no tengamos problemas está bien, supongo—mueve los hombros, tratando de decir "me da igual" —.

—Si nos tomamos el estudio en serio capaz seríamos como Carol ¡O incluso más inteligentes! —extiende sus manos—, pero da pereza... —las baja lentamente—.

—Si... igual yo quiero ser profesor de educación física, nada del otro mundo.

—Yo voy a ser cajero de supermercado mien-

—JAJAJAJAJA

—¿Que tiene de chistoso?

—No nada, es sólo que es muy... Yo que sé.

—Igual quiero trabajar y estudiar al mismo tiempo, voy a estudiar música mientras trabajo de cajero...

—Ah... que interesante ¿Serás maestro?

—No, ni lo pensé, sólo quiero estudiar música por querer, la música me interesa de verdad, es algo mágico... Te hace sentir libre, —repite libre moviendo sus manos—¡Libre!

—Wow.

—¿Que? —pregunta con miedo a haber hecho algo malo—.

—Nunca te vi así de maduro, bueno excepto por lo último.

—Todavía no sabes nada de mí —le muestra la lengua—.

—Bueno, seguro después lo sabré —dice con soberbia—, ¿Empezamos?

—Estaba esperando que lo digas...

La Aburrida Vida De Un AdolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora