*4 años antes*
Mis compañeros de habitación de la Universidad y yo, hemos decidido hacer un viaje. Ellos quieren compartir la idea por el campus para que se una más gente pero yo me he negado. No quiero que acabe siendo la mítica excursión de fin de curso como cuando somos pequeños, todos pendientes de todos. Además muchos de los amigos de mis compañeros no me caen bien y tendría que aguantarlos incluso en vacaciones.
Me gusta estar solo, pero el sentimiento de soledad ya no. Es un sentimiento que te invade y corroe por dentro hasta llegar a tus más íntimas inseguridades. Muchas veces cuando están todos en la cafetería o jugando al futbolín yo me quedo en la habitación escuchando Maroon 5 y eso es vida. A donde no falto es a las fiestas, cada noche que se salga allí me tendrás arreglado con mi camisa, mis vaqueros y mis zapatillas. Siempre fiel a mis zapatillas. Son una cosa que me encantan y tendría todas las que mi futuro sueldo pudiese permitirme.
En cuanto a chicas, sobrado, puede parecer arrogante pero es la realidad, soy guapo, listo y estoy bueno. Me he enamorado pocas veces, 3 para ser exactos. Lo demás todo royos de una noche o de una semana. No me gustan las ataduras, pero si me enamoro no me queda otra, más que nada porque soy de los que si se pillan, se pillan de verdad y porque mis celos no soportarían una relación abierta.
Mi primer amor fue con 15 años, Maika. Esta rubia de ojos marrones era superior a mí. En todo. A parte de sacarme más de 1 año me sacaba media cabeza y eso que yo, para mi edad, era de los altos. Con ella no sabía si lo que sentía era amor, de aquellas pensaba que sí. Pobre iluso, ¿Qué iba a saber aquel pringado del amor? Si ni siquiera estoy seguro ahora mismo. Me dejó.
El segundo fue Raquel, con 17. Raquel... cada vez que pienso en ella se me ponen los pelos de punta, los recuerdos vienen a mí y solo puedo pensar en lo cabrona que es la gente. Raquel era una tía de puta madre, tenía a su familia, amigos, dinero, cortes... muchos cortes. Sí, cortes, y no solo eso, también era bulímica, pero yo no puedo juzgarla porque por mucho que lo intenté no logré entenderla. Nos queríamos mucho pero ni yo lograba sacarla del pozo ni ella tenía fuerzas para intentarlo. Se suicidó. Lloré, lloré mucho, y tardé meses en estar con otras tías.
Y la tercera, Marta, 19 años. Si lo que os esperáis es una bonita historia de amor, deciros que ni siquiera hay historia, solo somos amigos, amigos que no tienen pensado ser nada mas.
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Se fue.
RomanceNo quiere que te quedes, pero no deja que te vayas. Y te quedas en esa zona en la que ni puedes ser nada, ni puedes dejar de serlo.