❀ Ahora, mañana y siempre

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—¡Ese, ese! ¿Lo ves?

Emocionado, ChanYeol se soltó del agarre de su madre y corrió hasta la tarima de peluches envueltos en rosa. Su gigantesca sonrisa creciendo porque al final había encontrado el amigo perfecto.

Habían estado caminando por tantas tiendas comerciales en la búsqueda de un peluche que regalarle a BaekHyun. No se trataba de un reemplazo porque al fin de cuentas Señor Panqueque regresaría, sino un obsequio (más directo) que contuviera la esencia de ChanYeol para que BaekHyun pudiera recordarlo a falta de su presencia.

El niño de sonrisa gigantesca era en ese momento el más feliz del mundo trayendo entre sus brazos al nuevo miembro de la familia. De camino a casa no paraba de tararear canciones infantiles y mover las patitas rosas del peluche recién adquirido al compás de su extraño baile.

Lo que más le encantaría (y esperaba con ansias) de todo aquello, sería la bonita mueca de felicidad de BaekHyun. Se preguntaba a veces entre dotes de inseguridad si le iría a gustar, pero BaekHyun era muy amable como para negarse y seguro lo regañaría por pensar negativamente, así que sacudía la cabeza y volvía a tararear esa canción.

Hicieron una rápida parada a su casa con tal de recoger a Señor Panqueque ya con la patita curada, ChanYeol se puso doblemente alegre por traer ambos peluches en sus pequeños brazos. Quería crecer pronto y que sus bracitos fueran grandes para así rodear también a BaekHyun junto a los dos pequeñitos y que su familia entera sintiera lo que es un verdadero abrazo de oso. Pero no le importaba esperar, si de todas maneras iba a estar por siempre con su BaekHyunnie y los ositos menores, aunque uno de ellos no fuera del todo osito, ya lo descubrirían pronto.

Dio dos pasos en la entrada del plantel, soltó la mano de mamá despidiéndose de ella con un beso y corrió con confianza por las instalaciones. En el camino, prefirió guardar ambos peluches en su mochila para así sorprender a BaekHyun. Ese día la había llevado porque los niños iban a acampar en el jardín central y hacer una velada, y él había sido invitado. Allí llevaba cosas sustanciales para un día lejos de casa como una manta celeste y su cepillo de dientes, además de algunos postres (cuatro porciones de cada aperitivo). Esto solo aumentaba sus ganas de sonreír a donde fuera y brillar de una manera inigualable. Ya sólo faltaba que se reuniera con BaekHyun para que todo se sintiera completo.

—¿Qué traes ahí?

Un pequeñito Tao comenzó a picotear su mochila en busca de abrirla. ChanYeol la apartó de él con diversión y cautela.

—Insectos ¿quieres?

—Iugh, ¡no!

Su cara arrugada fue incomparable que ChanYeol no pudo contener el par de carcajadas, pero al menos había logrado hacerle dejar de husmear.

—¿Vas a quedarte hoy verdad? —Tao alargó con entusiasmo, apartándose dos metros por si algún bicho emergía de la mochila.

—¡Claro que sí! ¿Por qué no habría de quedarme?

—Bueno, BaekHyun ya se va —su carita cayó a un lado pero rio al mirar la confusión de ChanYeol y su boca abierta a más no poder.

—Qué —fue tajante, escéptico y (a los ojos de Tao) cómico.

—HAHAHA. ¡Tu cara!

—Te pregunté: qué.

—Yah, no lo sé —lloriqueó, luego se recompuso—. ¡Ah huele a dulces! Déjame ver qué hay en tu mochila.

—Fuera, o te lanzo un gusano.

ChanYeol fingió estar a punto de hacerlo, sacando en realidad la punta de una gomita cuando Tao chilló y se fue corriendo.

Bear hug ; chanbaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora